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martes, 31 de mayo de 2011

21 de mayo: una reflexión a la luz de la historia.

Este 21 de mayo, las coaliciones políticas que se reparten el Estado, en nombre de la clase económica nacional e internacional que tiene el poder real, se vistieron de galas para celebrar una fecha especialmente significativa para la historia del capitalismo y el imperialismo en nuestro país.
El 21 de mayo es una de esas fechas simbólicas mediante las cuales la burguesía intenta maquillar con heroísmo su historia. Encarnada en un personaje como Arturo Prat, quien decide dar su vida por la “patria”, la llamada Guerra del Pacífico es transformada en una gesta heroica y nacional, un hito glorioso de la historia de Chile y de todos sus habitantes. La historia que de este hecho ha construido la burguesía tanto de Chile, como de Bolivia y Perú, mediante la historiografía tradicional, está atravesada por el chovinismo. Este chovinismo, tan nocivo para las relaciones internacionales entre los países involucrados, ha sido incesantemente transmitido a generaciones de personas especialmente a través de la formación escolar y las ceremonias simbólicas que, en el caso de Chile, se realizan el 21 de mayo. Esto es el fruto de una visión deformada e interesada de la historia, deformación e interés proveniente de las clases poseedoras de los grandes medios de producción, de la tierra y del comercio, que intentan integrar a su proyecto de sociedad a las grandes masas de trabajadores y pueblos oprimidos que componen Chile.
Subrepticiamente o de forma abierta se intenta señalar, mediante esta historia superficial de la Guerra del Pacífico, una supuesta superioridad chilena. La historia es falseada con disfraces de heroísmo, de gestas y de hazañas. Indudablemente hubo actitudes temerarias, e incluso heroicas por parte de los obreros que fueron usados como carne de cañón en esta guerra, pero éstos estaban movidos por ideas erradas para su clase e incluso por presiones físicas que los obligaron a participar en una guerra ajena a sus intereses. Como siempre, las guerras en el capitalismo se hacen en interés de los ricos y poderosos sacrificando las vidas de los más pobres.
Tras todos los ropajes que se le intenten poner a la Guerra del Pacífico, lo que hay en el fondo es un enfrentamiento intercapitalista por la posesión de Tarapacá y Antofagasta lo que significaba el control sobre los ricos yacimientos del salitre. Como motor de todo el heroísmo de la batalla en Iquique, no hay más que la codicia de los poderosos capitalistas de cada país por repartirse las virtudes económicas de esas ricas tierras. Sobre ese interés económico proveniente de las clases burguesas nacionales es que se vierte la crudeza, la sangre, la violencia y las odiosidades de una guerra que nunca fue en beneficio de las mayorías, nunca fue la guerra de todos los chilenos, ni de todos los peruanos, ni de todos los bolivianos.
Además, por sobre los intereses de las burguesías nacionales se posaba la sombra de las grandes potencias imperialistas de la época, especialmente Inglaterra: sus banqueros y empresarios sin haber dado un tiro ni pasar sufrimiento alguno fueron los más enriquecidos con la conquista del salitre por parte de Chile, por todos es conocido el caso de John Thomas North, el rey del salitre que amasó inmensas fortunas con el fruto mineral de la pampa y la explotación a los trabajadores. La participación del imperialismo inglés en la Guerra del Pacífico era algo totalmente evidente durante el enfrentamiento, es así como el secretario del departamento de Estado estadounidense de la época llegó a declarar que:
"Es un error ver en este conflicto una guerra de Chile con el Perú. Afirmo que es una guerra de Inglaterra con el Perú. Sin el respaldo del capital inglés, jamás Chile habría emprendido esta guerra. En futuro inmediato, los Estados Unidos se encontrarán abocados al dilema de asumir una actitud mucho más enérgica y resuelta que la que yo asumo, y que ha sido abandonada, o retirarse de allí, reconociendo que es una zona de expansión que no nos pertenece y abandonamos a las potencias europeas"
La cita no solo muestra la presencia del imperialismo inglés sino la condición de competencia interimperialista entre Estados Unidos y las potencias europeas. No es de extrañar que hayan sido el imperialismo inglés y el norteamericano los grandes beneficiados con las riquezas de los territorios anexados a Chile tras la Guerra del Pacífico. El salitre en su momento, y el cobre desde el siglo XX hasta la actualidad, han sido dos riquezas claves del territorio conquistado con la guerra y que han estado bajo control de empresas capitalistas de las potencias ya mencionadas.
El botín de la Guerra del Pacífico fue un escenario de primer orden para la historia del movimiento obrero chileno. La misma clase social que peleó y se sacrificó en la guerra, los “rotos”, los campesinos de la zona central que fueron enviados como “aporte a la guerra” por sus patrones, los trabajadores de la ciudad y los jóvenes, fueron quienes luego engrosaron las filas del proletariado salitrero y vivieron las miserias y la explotación en medio de la riqueza del oro blanco.
Por eso este y todos los 21 de mayo tienen un gran simbolismo para la burguesía nacional y extranjera que hasta el día de hoy nos dominan y se benefician de esta dominación: su historia de expansión, explotación, guerra y enriquecimiento es señalada como una gesta de todos y para todos, negando la realidad histórica que debiera servir de faro para comprender la verdadera posición que los trabajadores y pueblos de Chile juegan en la construcción de ese proyecto capitalista, que solo ha beneficiado a las minorías dominantes en Chile y a sus amos imperialistas.
Pero las monedas tienen dos caras. Ante el ritual del 21 de mayo siempre habremos miles en las calles protestando contra ese proyecto de las elites chilenas que aun se mantiene y del que nos dan cuenta en tan simbólica fecha. Los pueblos de Chile iremos reactivando nuestro propio proyecto, en el cual no tienen lugar esas falsificaciones y simplificaciones históricas, ni menos la enemistad con los obreros y pueblos de las naciones vecinas. Los trabajadores no tenemos patria en el capitalismo, en la sociedad de clases esa palabra solo puede tener sentido para los ricos. La patria de los trabajadores es el socialismo, que hermana a los pueblos de todo el mundo en un proyecto de paz y progreso para todos.
Hagamos oídos sordos a esos huecos llamados a la unidad nacional que tanto sonaron el recién pasado 21 de mayo, confrontemos a quienes nos dominan y levantemos la causa de las mayorías: escribamos nuestra propia historia, basada en la verdad y en el proyecto socialista, que es de y para los obreros y pueblos oprimidos de Chile.

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