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sábado, 17 de septiembre de 2011

El comunismo es posible



Carlos Pérez Soto
Profesor de Estado en Física


La izquierda ha dejado de hablar del comunismo. Los tiempos son difíciles, ya se sabe. Pero yo tengo la impresión de que esto es un indicio más de como y hasta que punto hemos perdido el horizonte de nuestras luchas.

Por un lado, desde la bolchevización de los partidos marxistas, bajo la Tercera Internacional, la palabra comunista empezó a designar más un bloque de partidos y movimientos actuando en la política contingente que un modelo de sociedad posible. De esta manera discutir sobre comunismo llegó a ser una cuestión de política inmediata, hasta el punto de que dentro de la misma izquierda muchos prefirieron evitar ser llamados comunistas. Por otro lado la propaganda anti comunista se centró, como era lógico, en las acciones de los partidos y gobiernos que se auto designaron como tales, asimilándolos a todas las posturas dentro del campo marxista. Ambas tendencias, por este y por el otro bando, contribuyeron a ligar el término “comunismo” al destino de las iniciativas marxistas y, en particular, a las características y destino de los países cuyos gobiernos decían buscarlo.

No tengo que explicar que todos esos gobiernos se fueron catastróficamente al hoyo, en menos de cinco años, dando lugar a un conjunto de países bananeros que tratan de sobrevivir a la marea del saqueo neoliberal y el bandidaje. Los pocos que aún podrían considerarse herederos del bloque socialista o se están acomodando a grandes trancos a la lógica del mundo capitalista, o están arruinándose lentamente bajo la presión del bloqueo económico y la falta de respaldo de los países que los sostenían. Para muchos, con alegría y alivio en la derecha, con resignación forzada o alivio oportunista en la izquierda, estas catástrofes han significado “el fin del comunismo”.

Pero, ¿cómo podría entenderse el fin de una sociedad posible?. ¿En qué sentido algo que aún no ocurría puede haberse acabado?. Quizás lo que quieren decir, de manera trivial, es que sin “los comunistas” ya no se puede esperar que se llegue al comunismo. Quizás lo que quieren decir, de manera más profunda, es que el fracaso de los países socialistas mostró que una sociedad comunista es simplemente imposible.

Dos cuestiones previas, una de tipo político y otra de tipo filosófico, son necesarias para volver a pensar la posibilidad del comunismo. Una es ser capaz de romper radicalmente con esas dictaduras infames que se llamaron a sí mismas socialistas que, consideradas de manera marxista, no fueron sino las dictaduras de unas clases burocráticas que usufructuaron del producto social a través de relaciones de explotación sobre sus propios pueblos. Otra es considerar la idea de “posibilidad” de manera post ilustrada, no como sinónimo triunfalista de “necesidad” sino en el sentido propio y fuerte de “posible”.

El desastre del socialismo real puede ser descrito y explicado de manera marxista. Para hacerlo es necesario asumir algunos puntos que son duros, pero que no contradicen lo que es esencial en el marxismo. Uno es entender al dominio burocrático como un dominio de clase. Esto significa que la propiedad social perfectamente podría ser un sistema de legitimación de una forma de explotación, y el centralismo democrático, elevado a forma de organización del Estado, una forma de ordenar el dominio totalitario sobre el conjunto del pueblo. Esto significa asumir que en nuestra política futura debemos estar prevenidos respecto de la posibilidad de que también el gobierno, por sí mismo, la clase política, por sí misma, puedan ser partes, con intereses propios, del bloque de clases dominante. Pero, otro punto, cuando hacemos la evaluación histórica de la relación entre lo que los bolcheviques quisieron hacer y lo que efectivamente ocurrió, es asumir la posibilidad de que la propia voluntad revolucionaria sea una voluntad enajenada. Es decir, que no podemos demostrar la transparencia entre la voluntad y sus resultados, no podemos garantizar los efectos que surgen de nuestros actos ... y, aún así, asumir que es preferible correr el riesgo. O mejor, asumir que estamos ya en pleno riesgo de nuestras vidas, y que queremos vivirlos intentando sostener nuestra voluntad ante la determinación histórica.

Este segundo punto está relacionado con la idea de “posibilidad”. El marxismo clásico frecuentemente planteó la perspectiva comunista como necesaria, es decir, tarde o temprano, de una u otra forma, las ruedas de la historia terminarían aplastando a los que quisieran oponerse a ellas, a su sentido progresivo, a su tendencia hacia el advenimiento de una sociedad sin clases. Por cierto esta necesidad nunca fue planteada como una necesidad “mecánica”. Siempre se enfatizó que sólo podía realizarse de manera efectiva a través del ejercicio de la consciencia y la voluntad de transformación. El comunismo sería resultado de ciertas leyes históricas que operaban a través de la acción consciente de los trabajadores. Sin embargo, como no había duda alguna en torno a la posibilidad de formar esa consciencia de cambios, esta participación de la consciencia no era sino un detalle en el plan general: las leyes de la historia actuarán de manera objetiva, las consciencias que se requieren para hacerlas operar son plenamente posibles. El resultado es que una sostenida acción revolucionaria podría garantizar que a la larga se alcanzaría el comunismo sin duda alguna. Para muchos esta confianza, este optimismo en buenas cuentas ilustrado, era una fuente de la fuerza con que se integraba e impulsaba la lucha, hasta el grado de alcanzar una consciencia cuasi mesiánica : hoy sufrimos, pero tiene pleno sentido, nuestros nietos serán felices.

No tengo que explicar a estas alturas que los aplastados por “las ruedas de la historia” una y otra vez hemos sido nosotros. La verdad es que, considerando el estado real del mundo, y poniéndonos una mano en el corazón, no le estamos ganando mucho a nadie. Ya no estamos en posición de mantener el optimismo triunfalista que las vanguardias marxistas del siglo XX sostuvieron como parte de su fuerza y su propaganda. Y es sano asumirlo y operar en consecuencia. El marxismo, y con él el modelo comunista de sociedad, ha perdido radicalmente su verosimilitud, sobre todo ante quienes más importa para una perspectiva revolucionaria : para los trabajadores mismos. Tratar de tapar este hecho de enorme magnitud política acudiendo a los muchos ejemplos aislados de luchas reivindicativas que se mantienen de manera heroica en diversos lugares del mundo es simplemente dar la espalda a la realidad flagrante y desastrosa. Es necesario volver a tomar contacto con la realidad de una perspectiva revolucionaria, más que con la permanente sucesión de ejemplos heroicos, que nunca dejará de consolarnos, pero que no logrará hacer más que eso.

Una condición mínima para esta vuelta a la cordura revolucionaria es abandonar el mesianismo explícito o implícito, la perspectiva triunfalista, el optimismo irreflexivo. Hay razones para ser optimista, lo que estas razones muestran es que el comunismo es posible, lo que no muestran ni pueden mostrar es que ocurrirá de manera necesaria. Es necesario asumir que es perfectamente posible que la humanidad persista de la explotación a la explotación, y de la estupidez a la estupidez eternamente, sin ir nunca más allá de la lucha de clases. Hoy es perfectamente incluso que los seres humanos sean simplemente exterminados por la irresponsabilidad suicida de las grandes potencias en una guerra nuclear, o en un desastre biológico, intencional o incluso accidental. El siglo XXI no será muy agradable para las perspectivas de la historia humana. El desastre ecológico, la miseria absoluta de cientos de millones de seres humanos, la violencia extrema en las grandes ciudades, los poderes nucleares, las armas químicas y bacteriológicas ... la lista es larga. Estos ya no son tiempos para optimismos ilustrados de ningún tipo.

Sin embargo yo creo que se puede defender racionalmente la idea de que el comunismo es posible. Y voy a ofrecer en lo que sigue lo que podría ser al menos la estructura del argumento que permite esta confianza que la razón le puede ofrecer a la voluntad para que pueda hablar, así como la voluntad puede ofrecer sus confianzas a la razón para que pueda pensar.

Muchos quisieran una sociedad mejor que esta. Los liberales son progresistas, los socialdemócratas pueden ser incluso radicalmente progresistas (cuando no se dejan arrastrar por el carro neo liberal). ¿Por qué entonces el comunismo?. ¿No se podría pensar simplemente un largo camino de reformas que vayan mejorando progresivamente las condiciones de vida?. El primer argumento que hay que esgrimir es que es justamente una revolución comunista la que hace falta, no una perspectiva reformista de largo aliento. Y la razón central es esta : los reformistas llegarán atrasados al exterminio de la tercera parte de la humanidad.

Los neo liberales tienen una política de desarrollo, una que favorece al capital financiero, que se basa en la depredación de los recursos, en la explotación extrema, en la inestabilidad endémica. Su camino hacia el “progreso” no está pensado para los trabajadores, menos aún para los pobres. Los burócratas tienen una política de desarrollo, que favorece al capital productivo, que eventualmente podría favorecer a los trabajadores integrados a la producción altamente tecnológica. Pero ni la burguesía, ni el poder burocrático, ni los neo keynesianos, ni los socialdemócratas, tienen un camino de desarrollo que pueda evitar que los marginados absolutos, los que no son ejército de reserva de nada, los que no cumplen ninguna función en el sistema económico mundial, ¡que son casi la tercera parte de la población mundial!, sean simplemente exterminados de hecho, por el SIDA, por la malaria, el ébola, las múltiples enfermedades de la pobreza absoluta, y las que los que consumen generan en sus organismos, debido al uso abusivo de los antibióticos para luego contagiarlas a los que no consumen y no tienen las defensas inmunológicas que podrían hacerlos resistir.

El siglo XXI será un siglo siniestro de peste, hambre, violencia urbana y marginación. El resultado será, ni más ni menos que el exterminio. Hay una solución capitalista y burocrática para la pobreza absoluta : los extremamente pobres simplemente morirán. Los que creemos que estas muertes, sean producidas directa o indirectamente, son simplemente un crimen contra la humanidad creemos que sólo un radical salto en los objetivos y modalidades del desarrollo podrá evitarlo. Ni el interés burgués, ni el interés burocrático harán nada por lograr este salto. Unos están atrapados en una lógica que conduce a la destrucción del planeta, los otros en una lógica en que administrar a los que consumen es suficiente para justificar su poder de clases. Sólo la perspectiva comunista es auténticamente amplia como para integrar a toda la familia humana.

Sin embargo, por mucho que esta perspectiva sea necesaria, por mucho que se justifique moralmente, perfectamente podría ocurrir que sea imposible. Que no existan ni las técnicas, ni las formas de organización social que puedan lograrla.

En este punto, curiosamente, el furibundo optimismo tecnológico, rayano en la adoración, de los intelectuales al servicio del capital y de la administración, suele ser contradictorio. Todo parece ser posible para la técnica, llegar a Marte, clonar seres humanos, construir computadores inteligentes, vigilar paso a paso a cada ciudadano, producir armas eficaces que puedan asesinar sin que el bando atacante sufra ninguna baja. Lo único que pareciera imposible es usar estas técnicas para construir una vida digna y de abundancia para todos los seres humanos.

No. Tenemos derecho a invocar su mismo optimismo y creer que es perfectamente posible una economía de abundancia sin depredación y sin explotación. Todas las técnicas que hacen falta para esto ya existen. En particular las que permitirían procesar la información necesaria para una economía global descentralizada, en manos de los productores directos.

Desde un punto de vista estrictamente técnico el comunismo es una sociedad en que el trabajo social se ha repartido entre todos de tal manera que, gracias al uso intensivo de la tecnología, sea posible reducir radicalmente la jornada laboral. En un mundo en que todos tienen que cumplir con una cuota de trabajo socialmente necesario del orden de 6 o 8 horas a la semana, la división social del trabajo no determinaría esencialmente nuestras vidas. La mayor parte del tiempo sería de trabajo libre. Ni la propiedad, ni la administración global serían necesarias. Esto, la superación del poder que desde la división social del trabajo domina nuestras vidas, es lo que Marx llamó comunismo.

Es importante notar que una sociedad de estas características no requeriría de Estado, ni de Mercado. Por supuesto habría gobierno, el ejercicio democrático del poder en cada comunidad local, pero el gobierno no estaría cosificado como instituciones por sobre la ciudadanía. Un gobierno que no sea una Estado. Por supuesto habría intercambio de bienes y servicios, a nivel local, a nivel global. Pero el intercambio no estaría cosificado bajo la forma dinero, ni estaría sujeto a otras leyes que las que sus autores quieran darle. Un intercambio que no sea mercantil. Desde luego seguiría habiendo división del trabajo, y trabajo socialmente obligatorio, pero su existencia no se levantaría ante nosotros dominándonos, y sus leyes y condiciones de ejecución no serían sino las que los productores directos quieran darles.

El comunismo es técnicamente posible. Todas las técnicas que son necesarias para llevarlo a cabo ya existen. Podría ocurrir, sin embargo, que aún así no sea viable. Es decir, aunque sea deseable y técnicamente factible, podría ocurrir que los seres humanos simplemente no quieran construirlo, y prefieran sus actuales condiciones de vida, aliviadas y mejoradas, antes que una revolución global.

Hay dos objeciones clásicas que apoyan esta idea. Una es que los seres humanos son por naturaleza egoístas, o que sus impulsos naturales los llevan a desear el poder, la ventaja, el agrado a costa del menor esfuerzo. Otra es que el capitalismo altamente tecnológico, apoyado en su poderoso sistema de comunicación social y en el uso a gran escala del endeudamiento, es capaz de mantener indefinidamente a los ciudadanos atrapados en las expectativas de consumo. O por egoísmo natural, o por consumismo adoctrinado, los trabajadores preferirían no poner en peligro, en lo sustancial, el sistema injusto en que viven. Y si lo hicieran, tarde o temprano resurgirían el afán de poder, o la avaricia natural.

Más que si hace falta o no, y más que si es posible o no, ésta es la verdadera discusión en torno a la posibilidad del comunismo. Sobre las estadísticas en torno a la marginación absoluta, o en torno a los desastres ecológicos o armamentistas, se puede obtener un relativo consenso. Al menos entre los sectores progresistas, entre los que no están cegados por la propaganda integrista y el fanatismo fascistoide. Sobre las posibilidades de un uso verdaderamente humano y solidario de la tecnología no parecen haber tampoco muchas dudas. Nuestras dudas más profundas tienen que ver más bien con lo que los seres humanos serían capaces de hacer. Lo que para la izquierda clásica era evidente, es decir, que todo hombre consciente, ilustrado, de buena voluntad, al que se le explicaran los antecedentes, terminaría por asumir una postura moral a favor de toda la humanidad, ya no lo es.

Por supuesto nunca es el argumentador mismo el que no es capaz de asumir esta postura moral, sino que se trata de “los hombres”, “los seres humanos” (“los otros”). Se nos dice que nuestros “ideales” son muy bonitos, que son altamente deseables, pero que “los hombres” no son capaces de llevarlos a cabo. Y esta expresión genérica, en que el hablante sólo se asume de manera indirecta, implícita, permite ponerle un límite a la discusión.

Ya nada es obvio. Ninguna de las confianzas de la izquierda clásica puede ser sostenida sin más. Es necesario argumentar no sólo sobre la información disponible, sobre la consciencia posible, sino incluso sobre los niveles previos a la consciencia misma. Es necesario dar una batalla más allá de la consciencia, en el sentido convencional del término. De hecho, la colonización de las consciencias por el sistema de dominación no está organizada en torno a la consciencia, o a la falta de información (estos eran los temas clásicos : a la gente le faltaría información y, por ello, le faltaría consciencia). La dominación altamente tecnológica se dirige más bien a las bases desde las cuales la consciencia se construye. Invadiendo el ámbito de la socialización primaria, totalizando el tiempo de descanso en torno a la industria del espectáculo, manteniendo el monopolio de los medios de comunicación más masivos y intensos, la dominación actual no necesita ilustrar, o educar, una consciencia conformista o resignada, es capaz de arraigar el conformismo y la resignación en las estructuras psíquicas más profundas.

Ante esto es necesario primero construir un argumento verosímil, una teoría que no conceda como obvia ninguna de las confianzas que teníamos, y que sea consistente a la hora de argumentar. En seguida es necesario pensar, desde ella, cómo dar esta batalla, ya no por la consciencia directamente, sino por la subjetividad como tal, desde sus estructuras más profundas.

Hay dos ámbitos distintos en torno a los que argumentar. Uno es el de la “naturaleza humana” que eventualmente impediría la solidaridad humana. Otro es el de la posibilidad de una manipulación indefinida de la subjetividad por la dominación imperante. A partir de esto hay dos ámbitos correspondientes en torno a los cuales construir políticas, formas de acción concretas y eficaces. Uno es qué decirle a una persona común cuando nos dice que “los hombres son egoístas”. Cómo abordar esta opinión, sin descalificarla, sin contraponer simplemente otra opinión, voluntarista y autoafirmativa, que, desde luego, sólo será escuchada, en el mejor de los casos, de manera cariñosa y evasiva, como cuando no nos atrevemos a decirle a los niños que el Viejo Pascuero no existe. El otro ámbito es cómo dar una batalla social, ya no persona por persona, sino en nuestras acciones políticas globales, que nos permita ponernos en el mismo plano de llegada sobre la subjetividad en su conjunto, en el cual se ha radicado la principal eficacia de la ideología dominante. Perdonen que, como buen intelectual, ponga el plano de los argumentos primero, y sólo después el de las urgencias políticas.

Si se afirma, en principio, sean cuales sean las evidencias que se presenten, que los seres humanos están dominados por una “naturaleza” que les impide ser efectiva y globalmente solidarios la discusión simplemente se termina. Este es un orden de afirmaciones que no puede ser demostrada o refutada de manera contundente por ninguna serie de evidencias. Peor aún, si se afirma, también como principio, que los seres humanos poseen una naturaleza sociable y propensa a la colaboración, tampoco avanzamos mucho, si lo que nos interesa es el comunismo. La cuestión de fondo es la idea de “naturaleza humana” misma que, por supuesto, está en el fundamento filosófico de las ideologías burguesa y burocrática. El comunismo sólo es pensable de manera cabal si afirmamos que los seres humanos son libres, son completamente dueños y constructores de sus circunstancias, aunque lo hagan de manera enajenada, aunque individualmente no lo sepan.

Desde luego la afirmación de la libertad humana como esencial y fundante es tan indemostrable como la de naturaleza humana. Lo que me importa es su afirmación, no su demostración. Y me importa indicar que esta afirmación es esencial para que el comunismo sea un producto humano, no un destino, o algo que llevamos en los genes y sólo ha sido aplazado por la confabulación de las clases dominantes. Cada vez que se ponen principios que se pretenden “naturales” como motores de la conducta humana en el fondo lo que se está poniendo es una visión funcional a los intereses de alguna forma de dominación. Para los burgueses la naturaleza humana era egoísta y competitiva, y el mercado burgués podía presentarse como un efecto natural y sus leyes como leyes naturales.

Pero, cuidado, perfectamente podría ocurrir que los burócratas nieguen esta imagen salvaje y afirmen que está en nuestra naturaleza la necesidad de ser aprobados, de convivir en grupos homogéneos, de criarnos en formas familiares con roles naturales (la mujer como madre, el hombre como proveedor). Tampoco una imagen de la naturaleza “favorable” a nuestra idea del comunismo nos ayuda. Toda idea de naturaleza humana debe ser criticada, es necesario afirmar que somos libres, como género humano, de toda determinación natural sobre nuestras conductas, y que todo límite exterior a la humanidad (como la ley de gravitación, o la muerte) pueden ser vividos como nuestros, y dominados en nuestro beneficio. Lo que se juega en esto es nuestra radical opción por la diversidad sexual, por la diversidad de formas de la estructura familiar, por la libertad para dominar el mercado, o el estado, o cualquier forma cosificada de las relaciones sociales que quiera presentarse como natural.

Hecha esta afirmación, somos en esencia libres, como punto de partida, como fundamento, la segunda objeción resulta más contingente y más grave. Perfectamente podría ocurrir que el mercado altamente tecnológico logre usurpar el ejercicio de muestra libertad eternamente. Desde luego los más pobres, los marginados y discriminados, tienen abundantes razones para oponerse al sistema que los oprime. Para ellos la tentación del consumo, mantenida de manera fantasiosa, o la industria del espectáculo, impuesta de manera compulsiva, sólo será una parte de la contención. La otra, siempre presente y alerta, será la represión. No ya la guerra directa, militar, sino la militarización de la vigilancia policial, la represión repartida en una infinidad de medidas anti “delictuales”, legitimadas ante la consciencia de los sectores que consumen como una necesidad permanente, presentadas como el resultado de su propia violencia en políticas de sistemático atemorizamiento de la población. Por un lado el espectáculo y la promesa nunca cumplida, por otro lado la guerra sostenida, difusa, soterrada, pero permanente, contra los pobres por el sólo hecho de ser pobres. La fórmula burguesa para los marginados coincide con la fórmula burocrática : lo que no es administrable puede ser eliminado.

La posibilidad de que la guerra contra los pobres sea un freno permanente de las aspiraciones revolucionarias es hoy particularmente grave por dos razones dramáticas : la primera, al poder no le interesa la vida de esos pobres, de los que puede prescindir sin que el aparato productivo sea afectado y, la segunda, esa guerra puede llegar a contar con un amplio apoyo de ese tercio de la población que es efectivamente beneficiado con el crecimiento económico y que está compuesto esencialmente de los trabajadores. Este es el hecho brutal al que debemos enfrentarnos : los trabajadores, los que efectivamente pueden hacer las revoluciones, no son los más pobres de la sociedad, y pueden ser perfectamente cooptados por el poder en contra de los más pobres. Esto es algo que vemos cada día, y debemos considerarlo como un dato esencial de la política.

La cuestión entonces no es preguntarse si el comunismo es una perspectiva aceptable o atractiva para los más pobres. La verdad es que mucho menos que el comunismo sería suficiente para vencer las esperanzas posibles de los que no tienen esperanzas : la integración progresiva, por muy lenta que sea, al consumo de masas, y el exterminio.

La cuestión crucial es preguntarse si el comunismo puede ser una perspectiva aceptable para los trabajadores, es decir, justamente para los que podrían ser el sujeto de la revolución. Y para abordar esta cuestión lo que hay que preguntarse no es si los que algo consumen, por que al menos tienen trabajo, consumen menos de lo que necesitan, o si están dispuestos a luchar para consumir más. Es necesario pensar la situación real, el cálculo real que las personas comunes hacen sobre sus vidas, más allá de sus quejas cotidianas, y examinar si en ese cálculo hay, o puede haber, un espacio para imaginar un mundo radicalmente distinto.

Para mantener las expectativas que hacen que los ciudadanos acepten endeudarse, sobre explotarse, vivir con estrés, vivir en la incertidumbre y en el temor permanente a quedar sin trabajo, se debe prometer mucho. Se debe mantener una perspectiva en que el cumplimiento de las cuotas de sobre explotación, y el sacrificio que conlleva el esfuerzo cotidiano, sean recompensados suficientemente. Nadie niega que su trabajo es agobiante, o que lo explotan, o que vive en permanente tensión. Lo que se alega, en cambio, es que esos esfuerzos tienen sentido. Las vacaciones, los objetos de consumo cotidiano, la casa propia, la educación de los hijos, la posibilidad de pequeños escapes y desahogos, como ver la televisión en familia, como salir en auto los fines de semana, son mostrados por muchas personas aparentemente razonables como resultados razonablemente compensadores de sus esfuerzos. Para saber si la perspectiva comunista será viable alguna vez entre los trabajadores es esta situación cotidiana la que hay que examinar.

Desde luego, la peor manera de enfrentar esta razonabilidad cotidiana es verla como un error, o como conformismo alienado, o como producto de la estupidez, o de ignorancias de algún tipo. La verdad es que, a la hora de los argumentos, somos nosotros los que estamos diciendo cosas sospechosas, no las personas comunes. Somos nosotros los que queremos defender una idea a todas luces poco razonable, que quizás sea producto simplemente de nuestras frustraciones y enojos puntuales, más que de una alternativa racional al modo de vida común. Razonar como si las personas comunes y corrientes fuesen una tropa de enajenados, ignorantes y conformistas, debería ser sospechoso para alguien que se supone está tratando justamente de buscar un mundo mejor con la participación de esas mismas personas. Cada vez que damos la espalda al sentido común, que sabemos conformista y enajenado, sin tratar de entender su lógica propia, su razonabilidad profunda, lo que hacemos es elevarnos como vanguardia ilustrada e iluminada, por sobre la ignorancia y la inercia de las masas ... y reproducir la lógica del estalinismo.

No. Los ciudadanos comunes han hecho un cálculo perfectamente racional, y lo que ocurre más bien es que no tenemos, ni en nuestros argumentos, ni en nuestras iniciativas políticas, nada que pueda conmoverlos de manera profunda, o al menos de una manera equivalente a lo que logra hacerlo el mercado. Y yo creo que esto no se debe a que el mercado tiene más y mejores medios de comunicación, o más y mejores propagandistas. Nuevamente por esa vía lo único que estamos haciendo es evadir la responsabilidad por lo que nos falta, como de costumbre echándole la culpa al enemigo por nuestras propias carencias. No. Yo creo que tenemos que asumir que somos nosotros los que no logramos estar a la altura de la complejidad de un enemigo de nuevo tipo. Cuya sustancial superioridad cultural respecto de cualquier otra clase dominante en el pasado simplemente nos descoloca, hasta el grado de introducir en nuestras propias filas las bases de su argumentación : o la apelación a la naturaleza o la apelación a la fuerza.

Para poder pensar con una perspectiva revolucionaria esta situación hay que pensar radicalmente y, como siempre, la raíz es el hombre mismo, sus expectativas más profundas, sus anhelos de más largo alcance. Lo que hay que preguntarse, radicalmente, es si los que consumen son felices, y bajo qué condiciones estarían dispuestos a luchar por un mundo en que se pueda ser feliz. Hoy, más que nunca, sólo la perspectiva de la felicidad humana permite argumentar a favor de un horizonte social revolucionariamente distinto. En una sociedad altamente tecnológica, que ha hecho posible, por primera vez en la historia humana, el consumo masivo, la felicidad es un asunto de política contingente.

Esto mismo se puede plantear de otra manera. ¿Hay contradicciones propias, internas, en el sistema del consumo masivo?. ¿Pueden esas contradicciones llevar a un punto en que se conviertan en consciencia política?. La primera de estas preguntas tiene que ver con la felicidad, no con el mayor, menor, mejor o peor nivel de consumo. La segunda tiene que ver con las tareas posibles de una iniciativa revolucionaria dirigida hacia los trabajadores, hacia los sectores sociales que participan del sistema productivo y sus cargas y beneficios de manera efectiva.

Sostengo que efectivamente hay contradicciones internas al sistema de consumo masivo. Internas en el sentido de que no tienen que ver con las posibilidades de acceso al consumo, o con la proporción en que se practica, sino con el consumo como tal, con el que se da en la sociedad de mercado. Sostengo que la contradicción central, de la que derivan todas las otras, es la diferencia creciente entre lo que el sistema promete y lo que es capaz de dar. Por un lado se consume y se busca en el consumo un mundo de reconocimiento y humanidad posible, por otro lo que se obtiene es un mundo dividido, violento, en guerra, donde impera la incertidumbre y la frustración. El agrado local y temporal que ofrece el consumo se inscribe en un contexto de frustración creciente. Es un agrado frustrante, que nunca llega a estar a la altura del placer, propiamente humano, que promete. El carácter frustrante es el reverso interno del agrado de consumir. Y yo creo que este sentimiento de frustración es creciente, y aumentará constantemente a lo largo del siglo XXI.

Otra manera de plantear esto mismo es observar la contradicción que hay entre el mejoramiento local, a nivel de las familias, de los estándares de vida, y el empeoramiento global de la calidad de vida, a nivel de la ciudad, de cada país, del entorno natural en el planeta. Para los trabajadores que están efectivamente integrados al sistema de la producción altamente tecnológica cada día se puede vivir mejor en un mundo en que a la vez cada día vale menos la pena vivir. Y este empeoramiento de la calidad de vida infiltra y descompone el agrado que pueda significar el consumo cotidiano. Las calles llenas de autos, el encarecimiento de los servicios educacionales y de salud, paralelo a la compulsión por la salud y la educación, los alimentos poco confiables, las ciudades contaminadas, la inseguridad ante la amenaza constante de los más pobres, que buscan sobrevivir y a la vez desahogar sus iras acumuladas.

El poder burocrático puede limitar progresivamente el libre arbitrio sobre la propiedad burguesa, y por esa vía tender a aliviar los problemas que implica la contaminación y la especulación financiera. Dura tarea pero, en rigor, una tarea que no es contradictoria con la lucha interna entre las fracciones del bloque de clases dominantes. El poder burocrático puede revertir la precarización de los empleos ligados a la alta tecnología, o a los servicios que da la administración, es decir, crear áreas de pleno empleo parcial (que no integran a toda la sociedad) y estable. Pero ¿cuánto puede resistir un mundo de empleos estupidizados, sin sentido, redundantes?, ¿cuánto puede resistir una cultura a la que sus miembros van quitándole progresivamente el sentido, y la obediencia que requiere la mantención de la explotación?, ¿cuánto pueden durar las ciudades gigantescas, la intensidad tecnológica de la vida cotidiana sin control, la complejidad de un sistema global que falla de manera recurrente y que sólo se justifica porque la dominación debe mantenerse?.

Sostengo que sí hay contradicciones profundas, de nuevo tipo, para una época de la historia humana en que ya es real la abundancia para grandes sectores sociales. Y esas contradicciones tienen que ver precisamente con la abundancia. Es allí donde hay que buscar el futuro posible.

Sin embargo, nada asegura que estas contradicciones se conviertan en consciencia y en actitudes políticas de oposición al sistema. La consciencia revolucionaria no es un producto espontáneo de las “condiciones objetivas” ni, en este caso, de la objetividad de las “condiciones subjetivas”. Pero, para dar una batalla en torno a la transformación de esas contradicciones en política real es necesario entender cual es el campo de batalla adecuado. Y este no es sino las condiciones de vida en general, no uno de sus aspectos, ni menos aún el ámbito del saber o del pensamiento. Antes del saber, antes de la reflexión, la subjetividad actual está colonizada al nivel de sus deseos y voluntades. Se trata de una batalla por la voluntad revolucionaria, que pueda arraigarse en el deseo de una sociedad mejor. Sostengo que esa tarea sólo puede emprenderse poniendo la felicidad y la belleza al centro de nuestras reivindicaciones. Un mundo más bello, en que ser feliz sea posible. Nada más ni nada menos. Un mundo donde la realización de mis deseos no requiera una revolución, ni sea negado constantemente por un orden dominante que los administra o los niega sin realizarlos nunca de manera cabal.

Un mundo donde el intercambio de bienes no esté cosificado en relaciones mercantiles, es decir, donde podamos intercambiar nuestros productos sin estar obligados a considerarlos como equivalente. Sólo el intercambio libremente no equivalente es un intercambio auténticamente humano. Sólo cuando intercambiamos nuestros productos por el contenido de humanidad inconmensurable que tienen estamos auténticamente entre seres humanos libres.

Un mundo en que el gobierno no esté cosificado bajo la forma de un Estado. En que dirigir y coordinar la producción y las vidas no requiera de instituciones solidificadas, estables, con leyes permanentes. En que la ley opere de manera interna, como eticidad común, sin la compulsión del disciplinamiento o la fuerza. Donde el espíritu común que anima a cada espacio social se realice a través de la autonomía de los ciudadanos particulares, de su libertad efectiva. Un mundo en que espíritu común no signifique homogeneidad sino reconocimiento de la diversidad esencial que constituye a la creatividad humana.

El comunismo no es una sociedad en que todos serán felices, o en que todos lo sabrán todo, no es una sociedad de transparencia total, ni de reconocimiento asegurado. Es una sociedad en que habrá sufrimiento y extrañamiento, en que habrá misterio y falta de transparencia, pero en que dejar de sufrir, o alcanzar la transparencia, no requerirá cambiar toda la sociedad, ni estará impedido por estructuras que nos trasciendan. Una sociedad en que la locura será posible debido a la diversidad interna de la razón misma, y no significará marginación o impedimento. En que lo universal y lo homogéneo dejarán de ser sinónimos.

Un mundo en que la subjetividad se formará en pequeños colectivos sociales, en familias, que no requerirán la forma del patriarcado, o de la heterosexualidad forzada culturalmente. Que no tendrán roles paternos o maternos cosificados como naturales. En que la infancia, la juventud o la vejez no estarán estupidizadas por roles sociales enajenantes y fijos.

El comunismo es una sociedad en que la belleza será la forma de realización de lo verdadero y de lo bueno. En que la belleza no estará cosificada como agrado. En que el placer será posible, más allá de la administración y las inseguridades típicas de los que no han podido asumir su humanidad libremente.

Grandes cosas, importantes, nobles, de gran aliento. Eso es lo que debe estar en el centro de nuestro discurso y nuestra lucha. Que la pequeñez y la inmediatez quede para los burócratas, que creen que administrar un problema es suficiente para resolverlo. Las personas comunes y corrientes pueden entender perfectamente cuando se les habla de la felicidad. Los trabajadores, los más pobres, los ancianos, los niños. Hay que hablar al corazón y los anhelos más profundos. Hay que ir más allá de la inercia de la resignación y el escepticismo. Hay que darle el vuelo de un gran horizonte a una política que está cada vez más alejada de las inquietudes profundas. Que la política basada en las pequeñas transacciones quede para los que viven de usufructuar de la política.

Hay contradicciones objetivas y subjetivas que permiten convertir este horizonte en política concreta. La cuestión es con qué profundidad asumimos nosotros mismos esas condiciones, y las expresamos en nuestras políticas. Si asumimos de manera radical la posibilidades del estado de desarrollo en que ya se encuentran las fuerzas productivas no tenemos porqué no defender también radicalmente la exigencia de relaciones sociales que expresen auténticamente sus potencialidades. Sólo una perspectiva comunista puede mover los deseos y aunar las voluntades. Nada más ni nada menos. El comunismo es posible. Y es bueno que los que creen en esta posibilidad se llamen a sí mismos, orgullosamente, comunistas.

Santiago, Lunes 27 de mayo de 2002.-

domingo, 11 de septiembre de 2011

REFORMISMO ANTESALA DEL FASCISMO - Eduardo Artés


EDUARDO ARTÉS
Agosto 1998



De cara a los 25 años del golpe militar fascista del 11 de septiembre, cada clase social e incluso sectores de clase, a través de sus organizaciones, desde las FFAA burguesas hasta los partidos políticos, incluido nuestro PC(AP), pasando por las iglesias, expresan sus valorizaciones, sacan conclusiones y señalan caminos de acuerdo a sus particulares intereses de clase.

Por cierto, el golpe militar fascista dado en Chile en 1973, no fue uno más dentro de los tantos que registra la historia en nuestra América Latina o en el mundo; es marcante no sólo por su gran brutalidad, por la duración del poder fascista y por sus características reordenadoras de la opresión y explotación capitalista en Chile, según los requerimientos del imperialismo yanqui y sus socios criollos. Para nosotros, y este es el objetivo del presente trabajo, marca a fuego vivo numerosas enseñanzas sobre el movimiento obrero y popular y de los resultados que obtiene el mismo, según sean las ideas que guíen su práctica.

Queremos, y para que nadie dado el bajo nivel existente en el debate ideológico se confunda o lo confundan sobre el carácter verdaderamente proletario y revolucionario de nuestro análisis, expresar lo que por lo demás esta avalado por nuestra permanente práctica, el merecido homenaje a todas las víctimas del fascismo, a todos los combatientes caídos en la defensa o construcción del sindicato, de la organización popular, en la barricada poblacional, en el enfrentamiento armado, a todos los que han luchado resueltamente contra el golpe mismo, como contra la dictadura fascista y en honor a ellos, por doloroso que resulte para algunos reconocer la verdad comunista, es que no podemos dejar de entregar ampliamente nuestra opinión marxista-leninista, sobre lo principal, es decir, sobre el factor interno (del movimiento popular), que llevó a la clase obrera y al pueblo a la derrota, a la masacre, a enfrentar desarmados en lo ideológico, político y en lo material a los reaccionarios, rompiendo así con la actitud oportunista del revisionismo, que para ocultar su responsabilidad criminal, se centra sólo en el factor externo, en la conducta reaccionaria del imperialismo y del capitalismo criollo, de la ITT, en la “maldad y traición” de Pinochet etc. Como si hubiera sido posible esperar que estos actuaran de forma distinta a su naturaleza reaccionaria.

La confusión ideológica y política sobre la “Unidad Popular” UP, Salvador Allende y en torno a cada uno de quienes se reclamaban “vanguardia” o al menos de “izquierda”, en el período previo al golpe fascista, no ha disminuido, por el contrario, va en aumento y a estas alturas poco menos que de “ultra izquierdista” es presentado quien sostiene la senda de Allende y la UP, e incluso en una dimensión diferente, algunos jóvenes que recién se integran a la lucha social y a manera de buscar algo con que desenmascarar tanta traición y oportunismo, tratan de ver en la actitud digna y valiente de Salvador Allende, al tomar este, en sus últimos momentos de vida una metralleta en sus manos, a manera de resistir a las hordas fascistas que atacaban la Moneda, una alternativa revolucionaria y levantan la consigna: “Él no transó con un fusil combatió”, lo que importa aquí es que los jóvenes expresan sus deseos de cambio revolucionario, la confusión está siendo usada hábilmente por el oportunismo, para desviar la lucha e introducir al movimiento obrero y popular nuevamente en el camino de la derrota, de eso se está encargando principalmente el revisionismo y su lectura social demócrata.

Sin lugar a dudas desde un punto de vista de las masas, de las libertades democráticas burguesas y de los espacios obtenidos para expresar el deseo de cambio revolucionario de la sociedad, no ha existido, fuera de la experiencia de la UP, en la historia de Chile y quizás de toda América Latina, periodo más propicio y esto es algo que no solo lo vivió el pueblo, sino que también lo observaba y tomaba las medidas del caso, la reacción y el imperialismo yanqui.

La efervescencia de las masas, fue un ingrediente importante durante todo el gobierno de Allende, estas se movilizaron no sólo contra el imperialismo y la reacción, contra el sabotaje a la producción y al mercado negro, como lo presenta el revisionismo, sino que también por avanzar tras el poder, todo a contra pelo de la política y acciones de la propia UP, prueba de ello fue la superación de la Central Única de Trabajadores CUT, dirigida por el P “C” y el P “S”, superación que se concretizó en la construcción de los Cordones Industriales, los cuales aun cuando presentaron alguna confusión en sus objetivos y planteamientos, debido a la negativa influencia de algunas ideas oportunistas pequeño burguesas; junto a los Comandos Comunales y otras formas nuevas de organización Popular, tuvieron el gran mérito de apuntar y plantear el problema principal de toda la lucha de clases, la conquista del poder político. Esto último, fue justamente lo que precipitó el golpe fascista; el imperialismo y la burguesía no podían permitir que los trabajadores y demás masas populares, a través de las tomas de fundos e industrias, de mantener la productividad, gestionar la distribución, etc., descubrieran en la práctica que los capitalistas sobran.

Como veremos más adelante , la “Unidad Popular” UP, fue el resultado de un largo trabajo del reformismo y del revisionismo, el cual tuvo un fuerte soporte internacional en la política revisionista instaurada en la ex-Unión Soviética después de la muerte del camarada José Stalin y del triunfo del golpe de Estado Jruchovista en la ex-URSS remarcando así el papel que ha jugado y juega la experiencia UP, en el debate ideológico y político desarrollado y en desarrollo entre las posiciones marxista-leninistas y las revisionistas a nivel nacional e internacional.

Es necesario tener presente, que la experiencia UP, despertó en su tiempo numerosas ilusiones en diversos países, particularmente en los del llamado “tercer mundo”, estos pueblos buscaban y aún buscan, superar la asfixia imperialista, alcanzar el progreso y la justicia social. De cualquier forma, la “UP"” fue presentada por el revisionismo internacional, como la confirmación de las tesis de “transición pacífica” o “vía pacífica al socialismo”, acuñadas en el congreso de la infamia, en el XX Congreso del PCUS en oposición a la política marxista - leninista sobre la toma revolucionaria del poder político sostenida en la época de Lenin y Stalin.

La “vía pacífica” del oportunismo fue, sobre todo en el período Bresneriano, en el cual se agudiza la disputa de carácter interimperialista entre los EEUU y la dirección revisionista soviética, una consigna y práctica permanente hacia las masas, para el movimiento obrero y popular, al cual negaban la verdad revolucionaria de la inevitabilidad del enfrentamiento armado, cuando la lucha de clases pasa a su nivel superior y se plantea la definición del problema del poder. Sin embargo, y aquí queda establecida la TRAICIÓN CONCIENTE del revisionismo, tenían claro que necesitaban una fuerza material (armada) para inhibir el “alzamiento reaccionario”, de ello nos habla su trabajo hacia a llamada “oficialidad patriota”, a “mantener el carácter constitucional de las FF-AA”, a “integrar a nuestras FFAA al cambio” y en la popularización de las consignas desmovilizadoras y entreguistas de, “soldado amigo el pueblo esta contigo” y “las FFAA son el pueblo con uniforme”, o como Luis Corvalán sostenía en Dic. Del 70 (Rev. lnt.) “se puede AFIRMAR que el pueblo de Chile y las Fuerzas Armadas del país se lanzarán resueltamente al combate en defensa de la soberanía de su patria”. Consecuente con este pensamiento fue la aprobación por todo el parlamento, con la excepción del senador Raúl Silva Ulloa, durante el gobierno de Salvador Allende, de la “ley de control de armas”, que entregó a las FFAA burguesas el poder de intervenir y allanar todo lugar en que se sospechara que habían armas, lo que fue una gran ayuda para los fascistas, en la preparación del golpe del 73; meses, días antes del mismo, las FFAA burguesas usando la ley votada favorablemente por toda la UP en unión con la DC y los momios fascistas, entraban en industrias, amedrentaban a los trabajadores y requisaban una u otra escopeta o revolver viejo, haciendo una verdadera encuesta de la capacidad de respuesta de los trabajadores, de cara a la masacre que preparaban.
La política “militar” del revisionismo, además de entregar al pueblo desarmado a sus enemigos, obtuvo algunos magros resultados y estos se pueden resumir en el general Carlos Prat del ejército, el general Bachelett en la aviación, en algunos oficiales de carabineros y en un puñado de integrantes de la marina, los que incluso fueron detenidos y torturados por la armada días antes del golpe mismo. Por último es pertinente señalar, que tras largos años de echar la culpa a la “ultra izquierda” por el golpe, el revisionismo decide su amorfa “política de rebelión popular”, que nunca se planteó otro objetivo que la “vuelta a la democracia” que existía antes del golpe, organizó “la lucha armada” contra Pinochet, pero una vez mas aparte de las masas, a nivel de aparatos armados altamente especializados, a los cuales incluso niegan y abandonan al momento de la transaca con los otros sectores de la oposición burguesa a Pinochet.

La UP fue el resumidero del pensamiento pequeño-burgués, no sólo del revisionismo, con algunas frases pedidas de prestado al marxismo-leninismo, en ella también estuvieron las expresiones de la social democracia representada con grados más, grados menos de radicalismo, por el Partido Socialista de Chile, en el cual militaba y era dirigente Salvador Allende y por el Partido Radical, cuyos dirigentes en su gran mayoría, incluido Allende reconocían militancia orgánica y filosófica en la masonería. Otro ingrediente que dinamizó la total confusión ideológica y orgánica de la dirección de la UP, fue el pensamiento cristiano “progresista”, representado por sectores desgajados de la Democracia Cristiana DC, por el MÁPU y la IC, los cuales por su origen, como por su pensamiento pequeño-burgués oscilaron unas veces a la izquierda y otras a la derecha, de cualquier manera el peso de los mismos dentro de la UP, no fue nunca determinante, entre otras razones porque ambas organizaciones se encontraban cruzadas por un proceso de definiciones políticas, lo que las imposibilitó de marcar un perfil diferente al eje P “C”- P “S”
A manera de una mejor comprensión, pensamos que es muy importante reconocer el perfil ideológico y político de, al menos los integrantes principales de la UP; es decir del P “S” y del P “C”.


El Partido Socialista de Chile

Quizás bastaría con definirlos como la sabía calificación popular lo hace, de "socios listos", ya que en términos generales, salvo escasas y destacables excepciones, la mayoría de ellos han usado desde siempre su militancia como una escalera personal de movilidad social, de acomodo, de acceso al aparato burocrático del Estado burgués capitalista y así obtener una tajada de la explotación de los trabajadores y de la enajenación de las riquezas nacionales. Desde siempre, de una forma u otra, ya sea vía ministerios, acuerdos u otros, el P “S” ha participado abierta o encubiertamente con prácticamente todos los regímenes que han gobernado Chile, la excepción y aún más, la persecución recibida durante la dictadura militar fascista, hay que entenderla dentro del cuadro general internacional caracterizado por la lucha interimperialista entre las dos superpotencias imperialistas de la época, el imperialismo yanqui y el social imperialismo ruso dentro de la cual el P “S” y su alianza con el P. “C”, se ponía bajo el paraguas del revisionismo soviético, uno de los objetivos contra el cual el imperialismo yanqui levantó la reacción y a las FF-AA burguesas.  El otro y principal fue, como todos sabemos, el impedir que la clase obrera a la cabeza del pueblo, avanzara tras la conquista del poder político, lo expulsara de Chile y comenzara la construcción de un nuevo país democrático popular y socialista.

Hoy en el P “S”, sus dirigentes, los mismos que ayer fueron ministros, intendentes, embajadores, parlamentarios y altos dirigentes sindicales y estudiantiles en el período de la UP, son los actuales campeones del neoliberalismo y del apego al orden institucional heredado de la dictadura. Sus parlamentarios se sientan y comparten escaños, banquetes y prebendas con los parlamentarios fascistas, con los senadores designados y con el vitalicio, con el propio Pinochet; sus ministros como Ricardo Lagos son recibidos con honores por los representantes del imperialismo yanqui, la patronal capitalista criolla manifiesta su público beneplácito, su ninguna contradicción, sí el mismo llegará a la presidencia de la república.

Del P “S” son quienes se han hecho cargo del trabajo sucio del Estado reaccionario chileno, el “socialista” Marcelo Schilling, miembro del Comité Central fue el fundador de la siniestra “Oficina de Informaciones del gobierno de la concertación cuyo objetivo no ha sido precisamente desarticular la herencia fascista, sino que al contrario, infiltrar, provocar y destruir a las organizaciones revolucionarias del pueblo e incluso en algunos casos, asesinar a sus militantes. La Gendarmería de Chile encargada de mantener encerrados y de aniquilar psíquica y físicamente, en las “cárceles de alta seguridad” a docenas de luchadores sociales y atender en un “hotel de cinco estrellas” a un par de simbólicos militares criminales fascistas, a estado y está dirigida por altos dirigentes “socialistas”.

El P “S”, nace en lo ideológico, político y orgánico como una expresión claramente socialdemócrata, oportunista y anticomunista, característica que nunca logró superar. Las posiciones izquierdistas que ha asumido alguna vez, se han debido a su no inclusión en el gobierno burgués de turno o a tácticas tendientes a resolver sus problemas de hegemonía en relación a otras expresiones políticas burguesas como es el revisionismo por ejemplo.
Una característica que ha acompañado al Partido “Socialista” de Chile, es el ser un refugio de las diversas posiciones y personajes oportunistas auto reclamados de “izquierda”, que han atacado o atacan al marxismo leninismo, allí han reconocido “cuartel” o mejor dicho cloaca los trotskistas, los titistas y su engendro anticomunista autogestionario; el guerrillerismo falso y de café, y en estos años de la “concertación”, gran número de ex MIR, ex FPMR, ex PC, etc. Los que cansados de luchar, se han unido al militarismo fascista en la administración del Estado burgués, usufructuando de la explotación de los trabajadores y combatiendo con saña a los que no saltaron con ellos al charco de la traición.
Los socialdemócratas del P “S”, siempre tuvieron y tienen en la dirección revisionista del P “C”, a sus hermanos, a incansables pregoneros de la unidad entre ambas organizaciones y posiciones. Antes de la formación de la “UP” el Secretario General del P “C”, repetía una y otra vez que “no nos cansaremos de insistir que entre socialistas y comunistas es mucho más fuerte aquello que nos une.” (Luis Corvalán. A combatir a pleno sol).

Hoy a 25 años del golpe, la dirección del P “C” persiste en sus intentos de unidad con el P “S”; al respecto, Jorge Insunza en una amplia entrevista en el El Siglo"( \Nº 890/06/ Agosto/98 ) y en torno a propuestas hechas al P “S” de actos en conjunto de homenaje a Salvador Allende, se queja del fracaso de su iniciativa y confiesa con amargura digna de mejores amores: “francamente, no hemos tenido el éxito que esperábamos. Esta semana, después de más de dos meses de dedicación, hemos recibido la respuesta de la Dirección del Partido Socialista en el sentido de que no asumirán el compromiso que habían tomado con nosotros de constituir un comité nacional amplio, del cual ellos iban a ser parte”.

El Partido "Comunista" de Chile P "C".

Por una variedad de aspectos ideológicos y políticos tanto nacionales como internacionales, la caracterización del pensamiento y práctica que dio origen a la experiencia UP, tiene en el P “C”, revisionista a su principal impulsor y sostenedor: por ningún motivo se podría entender la misma, sin comprender el largo trabajo realizado por la dirección del P “C” revisionista en este sentido, la verdad es que aunque incompleto, podríamos tener un conocimiento global del sustento ideológico y político que posibilitó llegar al gobierno de la UP y que llevó a los trabajadores y al pueblo a la masacre fascista del 11 de Septiembre de 1973, con sólo el estudio de su desarrollo, cosa que no es igual con el P “S” y su carnavalesca existencia.

El sustento principal del llamado “camino chileno al socialismo” se desarrolló a contra pelo de toda la experiencia histórica de la clase obrera y de su pensamiento revolucionario, el marxismo-leninismo. Las ideas de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la lucha revolucionaria, el poder, el Estado, el factor dirigente de la clase obrera, el carácter proletario del partido etc. jamás estuvieron presentes, es por ello que la tragedia y fracaso de la “UP” que por cierto a pagado la clase obrera y el pueblo, al igual que en la ex-URSS revisionista y en los países del Este Europeo, son la tragedia y fracaso de la socialdemocracia, del revisionismo y no del marxismo-leninismo. En todo caso, cuando Gladys Marín Secretaria General del P “C” revisionista y candidata eterna hoy a la presidencia de la República, habla de retomar la senda de la UP y de Allende, ya no anuncia una tragedia, sino apenas una comedia.

Fueron muchos años en que la dirección revisionista del P “C” idealizó las posibilidades del trabajo parlamentario, de asumir el “cretinismo parlamentario” del que tanto hablara Lenin previniendo a los comunistas. Han sido muchos los años en que se ha camuflado la dictadura de clases de la burguesía con la máscara de la sacrosanta “democracia” burguesa, en que se especuló sobre la “gran tradición de respeto a las leyes y por la democracia”, que supuestamente manifestaban las FFAA burguesas y demás instituciones del Estado. Toda la argumentación del revisionismo se basó y se basa en el subjetivismo idealista, en el oportunismo, pero nunca el marxismo-leninismo, a manera de inicio, de muestrario, veremos algunas de sus manifestaciones históricas.

Usando la todavía socorrida consigna de “con todos los partidos y sectores sin exclusiones” el P “C” revisionista a mediados de los 40, busca y logra por un corto período ingresar al gobierno de Gabriel González Videla, quién electo con los votos del P “C”, expulsa a estos del gobierno y los coloca fuera de la ley, todo lo cual, sin embargo, no fue problema para que la dirección oportunista del P “C” en un primer momento desconociera la naturaleza de lo acontecido, ofreciera incluso “su apoyo constructivo al gobierno”.

Desde el exterior el P “C” “sufre" o “goza” la negativa influencia del Browderismo.  Browder por esos tiempos era el Secretario General del P “C” de los EEUU y sostenía la tendencia oportunista de conciliación de clases, de reducir el papel del Partido a una suerte de agrupación de tipo cultural, lo cual se unió a una fuerte inclinación que marcó negativamente la dirección del P “C” de Chile, que sostenía la necesidad de llevar a los Frentes Únicos Antifascistas (necesarios para enfrentar el fascismo a escala mundial) a una actuación exclusivamente legalista y pacifista, subordinando en los hechos al proletariado a otras fuerzas, a la llamada “burguesía progresista”, renunciando al necesario e irremplazable papel dirigente del proletariado en el mismo. La influencia “extranjera” fue vitamina que fortaleció al pacifismo oportunista que ya había reconocido ciudadanía en la dirección del P “C”.

La influencia de la Unión soviética de los tiempos del camarada J. Stalin, de su política internacionalista proletaria y la aplicación de la ley anticomunista de Videla, conocida como ley de defensa de la democracia o ley maldita por el pueblo, llevó a que una parte de la dirección del P “C”, asumiera una actitud más radicalizada, resumida en el “Programa de Salvación Nacional”, pero pronto, la misma es derrotada y sus sostenedores expulsados; el P “C” asume una nueva línea de conciliación de clases, levantando un documento oportunista denominado “Plan de Emergencia”, en total oposición al programa anterior.
La dirección revisionista del P “C”, dio a Ibáñez un fuerte apoyo cuando entregó su propuesta de “contribuir” decididamente a que el gobierno del señor Ibáñez pueda realizar su obra en “beneficio del país” y a la que luego agregara reafirmando su carácter de apaga fuego de la lucha de clase planteando que: “nuestra norma invariable es tratar que los conflictos del trabajo se solucionen armónicamente, utilizando todos los recursos. Y sólo somos partidarios de recurrir a la huelga, que es un derecho reconocido por el Código del Trabajo, cuando fallen tales procedimientos”. (Doc.de la Direc.del P “C” a un año del gobierno de Ibáñez).

La línea oportunista de la dirección del P “C” revisionista, tuvo en la dirección revisionista de N. Jruschov su soporte, a la que la siguió ciegamente; la verdad que a pesar de la majadera tendencia de los cabecillas revisionistas de querer presentarse como independientes y “originales”, es bueno recordar a Volodia T. al señor T, quién eufórico y tratando de ser más papista que el Papá, anduvo diciendo a quién quería escucharlo, la prensa burguesa, que el P “C” era perestroiko antes que Gorbachov lanzara su perestroika, con la cual no fue la vuelta al leninismo, como desde troskistas a revisionistas sostenían.
La actitud retorcida (ver entr. En el Siglo Nº 890) del P “C” hoy se está centrando en usar la “experiencia UP”, para atacar y difamar al socialismo proletario construido en los tiempos de Lenin y Stalin, en los tiempos de la dictadura del proletariado. Dejemos que Jorge Insunza vierta toda su nauseabunda hiel contra el socialismo: “En muchos aspectos, el programa de Allende significó distanciarse absolutamente de ese modelo. “El retomar la experiencia de la Unidad Popular y su gobierno es mostrarle a la gente que en nosotros mismos no tenemos el lastre que significaba rendir cierta pleitesía a modelos que de verdad eran antagónicos a lo que buscábamos llevar adelante”. La memoria no es tan mala y es verdad que la UP no tuvo nada que ver con el socialismo proletario que tanto incomoda a los oportunistas, pero señor Insunza, le queremos recordar que por los años del revisionismo jruchovista la dirección de su partido estornudaba aquí en Chile cuando “el hermano mayor” se resfriaba en Moscú.

El seguidismo del revisionismo criollo en relación al soviético, tuvo expresión máxima y grotesca en la cita apresurada al X Congreso del P “C” de Chile, apenas dos meses después del XX Congreso del PCUS, en él “descubren”, la “vía pacifica al poder”. En el número 35 de la revista “Principios”, exponían refiriéndose a la “vía pacifica” que: “esta cuestión ha sido planteada desde la alta tribuna del XX Congreso del PCUS, después de esto, resultan hilarantes los malabáricos esfuerzos por presentar con originalidad y “elaboración propia”. Corvalán hace su “aporte” al “desarrollo creador” del marxismo como Jruchov presentaba su veneno burgués y dice que: “en verdad ya había (la vía pacífica) sido planteada por la vida. En numerosos países se habían producido cambios revolucionarios por nuevos caminos que no son precisamente el de la insurrección.  En Chile mismo se había demostrado la posibilidad de utilizar la vía parlamentaria para el ascenso al poder de las fuerzas populares. Pero esta cuestión no estaba suficientemente esclarecida para nosotros” (Luis Corvalán: “nuestra vía revolucionaria”). Y para que nadie dude de los aportes que tanto han enorgullecido al revisionismo y que tanto daño han hecho a la lucha obrera y popular, Corvalán nos recuerda que: “señalamos la necesidad de hacer en él (programa del P “C”) un planteamiento más completo y más rico en lo tocante a la vía pacífica. Dijimos que se debe dejar claramente establecido que dicha vía solo excluye la guerra civil o la insurrección armada”.

Todo el período anterior al golpe militar fascista del 73, desde Ibáñez hasta S. Allende, pasando por Alessandri y Frei Montalba y su “revolución en libertad” que caminó con las directrices y requerimientos de la “Alianza para el Progreso”, fue para el revisionismo criollo, el período de dar certificado de buena conducta a la burguesía y al imperialismo. En la 240 sesión plenaria del C.C realizada en 1957, la dirección revisionista del P “C” deja muy en claro sus objetivos políticos contrarrevolucionarios: “Queremos y reclamamos nuestra libertad. Y declaramos solemnemente que, otra vez libres para actuar en la vida política, no constituiremos una amenaza para ningún interés respetable. Somos partidarios de que todo se resuelva democráticamente, de acuerdo a la voluntad de la mayoría del país dentro del libre juego de todos los partidos y corrientes. No aspiramos hoy a la sustitución de la propiedad de los capitalistas chilenos por la propiedad colectiva. Y cuando mañana sea preciso avanzar en este terreno, pensamos que ello debe hacerse también con el acuerdo de la mayoría de los chilenos, por la vía pacifica y garantizando el bienestar y los derechos de los capitalistas, esto es indemnizándolos debidamente”.

Una atención particular merece la actitud “constructiva” de la dirección revisionista del P “C” en relación al gobierno “desarrollista” o reformista burgués de Eduardo Frei Montalva, quién y como era natural a su carácter de clase no tuvo la más mínima consideración a la hora de reprimir y asesinar a obreros, campesinos, mapuches, estudiantes y pobladores que luchaban por sus reivindicaciones económicas y políticas (quién no recuerda por ejemplo la masacre de pobladores en Puerto Montt.) Desde el Senado y la Cámara de Diputados el P “C” y el P “S” votaban favorablemente los más diversos proyectos del gobierno de Frei, desde el “Siglo” vocero del P “C” se acusaban de ultraizquierdistas a los campesinos y las tomas de fundos, a los estudiantes que radicalizaban la lucha por la reforma universitaria, a los trabajadores y dirigentes sindicales que se oponían y pasaban por encima de los “acuerdos” CUT - Gobierno que ponían límite a las reivindicaciones obreras, a los que desde posiciones de búsqueda revolucionaria reivindicaban la lucha armada y la vía insurreccional de masas.

Como sus congéneres Italianos en el oportunismo, los revisionistas de la dirección del P “C”, no dejaron nunca, incluso en el período de la UP de buscar el logro de su cacareado “Compromiso Histórico”, con la D.C.

En Diciembre de 1970, ya electo Salvador Allende Presidente de la República, Luis Corvalán (Rev.Int.Dic.70) rinde temprano homenaje a las tesis del camino electoral o “vía pacífica” del revisionismo, de N. Jruchov y de sus sucesores: “El caso chileno viene a demostrar que los caminos y métodos del proceso revolucionario tienen en cada país sus propias particularidades, y prueba que no es precisamente descabellada la tesis que proclamó el XX Congreso del PCUS”. Dos años y medio después que Corvalán a la cabeza de los Volodia, millas, Marín, etc. Se regocijaran por el supuesto “triunfo” de las tesis Jruchovistas, en Septiembre de 1973 quedó no sólo demostrado lo descabellada de la tesis proclamada por el XX Congreso del partido revisionista ruso, sino que al descubierto su carácter traidor y criminal; la verdad es que el descaro de Corvalán no tiene límites, pocos años antes de la elección de Allende, en Indonesia, una vez más había sido demostrado lo descabellado de la “vía pacífica”, allí fueron asesinados más de 500.000, comunistas y patriotas por el golpe de estado fascista que diera el ejército burgués del general Suharto contra el Presidente “constitucional” y padre de la patria SUKARNO.

La "izquierda" antireformista

Desde la “izquierda”, es decir, en los sectores que levantaron la lucha contra la “ vía pacifica” o “camino electoral”, se hicieron grandes esfuerzos para enfrentar el reformismo burgués, la “vía pacífica” y la conciliación de clases que imponía la llamada “izquierda tradicional”, numerosos compañeros que reconocían militancia en la “Izquierda revolucionaria”: en el MIR, PCR y otros grupos menores fueron ejemplo de coraje al enfrentar a la dictadura fascista y aunque para los revisionistas eran los responsables del golpe, la verdad es que más allá de sus errores ideológicos y políticos, es en ellos donde se puede encontrar la posición más consecuente en la búsqueda de una salida revolucionaria para la crisis de la forma de explotación capitalista, democrática burguesa que imperaba en Chile antes del 11 de septiembre del 73”.

De una manera u otra la experiencia UP motivó reacciones diferentes dentro de la “izquierda revolucionaria”, así por ejemplo la Vanguardia Revolucionaria Marxista que diera en su tiempo una cierta lucha contra el revisionismo Jruschovista, se paralizó y auto destruyó, la mayoría de sus miembros asumen oportunistamente militancia en el P “S” y algunos en el P “C” desde donde engrosan las alas más “izquierdistas” de esos partidos y curiosamente, fueron los más abnegados defensores del gobierno de la UP, generado por el llamado “camino pacífico al socialismo”, que ellos anteriormente combatían. A la larga quedó demostrado, que su rompimiento con el revisionismo nunca superó la contradicción táctica, la supuesta contradicción de simples vías, es decir, vía armada versus “vía pacífica”, con el “triunfo” electoral de la UP, la contradicción que motivaba división para ellos dejo de existir, no alcanzaron a comprender que el triunfo electoral de la UP iba a comprobar la inexistencia de la “vía pacifica” Los que no ingresaron a la UP mantuvieron una cierta coordinación y mayoritariamente murieron enfrentando el golpe fascista.
En lo tocante al Partido Comunista Revolucionario se debe reconocer que el proceso de cooptación y destrucción que desató el “triunfo” electoral de la UP y su “vía pacífica” también lo golpea fuertemente y lo sume en un profundo quiebre interno, quedando con poca influencia en las masas populares y prácticamente fuera de la gran efervescencia y confrontaciones de clases existentes, justo en un momento en que se combinaban dos elementos altamente explosivos, como fueron la insatisfacción general de los trabajadores y del pueblo frente a las vacilaciones, paralices y legalismo de la dirección de la UP y el abierto sabotaje de los reaccionarios y fascistas al amparo y orden del imperialismo yanqui.
A manera de hacer política y de salvavidas, el Partido Comunista Revolucionario, realizó un transplante mecánico de la posición internacional que mantenía el PC de China, lo que aunque le indujo a serios errores en la caracterización del enemigo imperialista principal de la Revolución Chilena, se atacaba por igual e incluso a veces con más fuerza al social imperialismo ruso que al imperialismo yanqui, desconociendo que si bien es cierto que ambos imperialismos eran igualmente peligrosos para los pueblos en general, en Chile el dominante era el imperialismo yanqui. Como sea, un mérito importante del PCR fue el mantener vivo el debate antiimperialista y el no dejar de señalar aunque casi exclusivamente en el plano propagandístico, lo inevitable del enfrentamiento que la realidad social anunciaba. A fines del 79 y después de haber impulsado y participado en la resistencia a la dictadura militar fascista, las dos fracciones en que estaba dividido el PCR dejan de existir como partido y algunos de sus militantes de base, de los que se quedaron en Chile, continuaron la lucha por la Revolución Popular y el Socialismo.

Una organización que se destacó por aglutinar a importantes sectores disconformes con el reformismo burgués de la dirección UP, fue el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, movimiento que conformado principalmente por estudiantes radicalizados fuertemente influidos por la experiencia cubana y por la figura del guerrillero Ernesto Che Guevara, levantaban consignas que reclamaban la lucha armada de acuerdo a la teoría del “foco guerrillero”, de “irse a las montañas”. El MIR de esos años desarrollo diversas experiencias en frentes de masas específicas lo que llevó a convertirse en la mayor dentro de las organizaciones de la “ultra izquierda” como las denominaba el revisionismo de la UP. En el plano político, el MIR desarrolla una suerte de apoyo crítico al gobierno de Salvador Allende y asume algunas acciones donde era lo mismo o casi siempre lo era, la toma de un pequeño previo agrícola o industria, que una grande y monopólico, todo lo cual ayudó a aumentar la confusión existente, en la ubicación de los enemigos principales y los secundarios de la revolución en Chile.

De la experiencia del MIR antiguo se debe destacar a hombres que como Miguel Enríquez que asumieron con valentía ejemplar su compromiso con la lucha revolucionaria, los que por otro lado son hoy una bofetada en la cara de aquellos que no sólo se retiraron hasta dejar hoy pequeños restos de la organización MIR, sino que incluso renunciaron a toda idea revolucionaria y se han transformado en recaderos de la explotación capitalista desde el P “S” o el PPD e incluso desde la DC.

La reacción de la lucha antireformista individual, al margen de las masas alcanzó su expresión más nítida en la Vanguardia Organizada del Pueblo VOP, que frente a la persecución policial y como una manera de “despertar” a las masas de la ilusión UP, sus miembros transformados en “Bombas Vivientes” se explotaron frente al cuartel general de la policía de Investigaciones donde murieron todos, juntos a algunos policías.

Desde el Trotskismo organizado, sólo y para amenizar este trabajo, es bueno recordar las embestidas afiebradas de uno de sus destacados exponentes, del mismo que hoy busca “salvar al marxismo con la ética cristiana”, es decir, de Luis Vitale, quién no conforme con ser quién ha reconocido militancia en mayor número de grupitos pequeño burgueses, se las dio de historiador y las envistió contra Bernardo O’Higgins y demás independentistas del tiempo de la colonia española, por no haber luchado por la Revolución Socialista.
Otro hecho que si no fuera por la confusión y la búsqueda desesperada de las masas de una salida Revolucionaria a la experiencia UP, solo serviría para relajar los nervios, lo constituyó el Partido Obrero Revolucionario Trotskista dividido en pequeños grupitos, el cual durante la UP llamó en su periódico a un Paro Nacional en apoyo a Allende ; a los 15 días siguientes y sin haberse realizado el primero a un Paro Continental y sin esperar algún indicio siquiera de simpatía con su llamado, a los siguientes 15 días el llamado fue a un “Paro Mundial” en apoyo a Allende y contra la envestida imperialista.

Como sea las diversas agrupaciones de izquierda, con excepción de los trotskistas, quienes son primos hermanos del revisionismo en la traición, buscaron una salida revolucionaria a la crisis del sistema democrático burgués existente en Chile hasta el 11 de Septiembre de 1973, sus esfuerzos fueron muchos y no están ellos ausentes de heroísmo, nadie puede ver sus fracasos en la falta de “voluntad” y espíritu de lucha, por el contrario de eso hubo bastante, la explicación hay que buscarla en las ideas que guiaron su práctica, en sus pensamientos eclécticos, alejados de la comprensión revolucionaria proletaria de la ideología marxista leninista, de las enseñanzas de Marx, Engels, Lenin y Stalin aplicadas a la realidad de Chile.

Una vez más al caro precio de sangre obrera y popular, de la vida de combatientes honestos y luchadores, la lucha de clases nos recordó que la clase obrera y los pueblos, no tienen futuro, ni perspectivas de cambio social verdadero, socialista, si no cuentan con un verdadero Partido Proletario, templado en la lucha de clases y formado en la ideología comunista, en el marxismo leninismo. Al cumplirse el 25 Aniversario del golpe militar fascista, la clase obrera y el pueblo chileno no sólo tienen a su haber derrotas; sino que principalmente atesoran valiosas enseñanzas aprendidas con sangre y con 18 años de esfuerzos ideológicos, políticos y orgánicos por la construcción de un autentico Partido Marxista-leninista que se ven coronados con éxito en lo que es el Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria) PC(AP), el que sin otro compromiso que no sea el que emana de la consecuencia revolucionaria, del marxismo-leninismo, de los intereses Revolucionarios de la clase obrera y de los pueblos de Chile, ha podido y puede entregar, a diferencias de cualquier otra organización autoproclamada de izquierda o revolucionaria, los elementos que permiten desnudar las verdaderas causas de los acontecimientos pasados , enfrentar exitosamente el presente de lucha revolucionaria y señalar la perspectiva de la misma.

Para terminar, permítanos presentar el siguiente trozo de las Tesis Programáticas del PC (AP) publicadas en Junio de 1995: “Las heroicas jornadas de lucha que nos han precedido debemos asumirlas con un criterio abierto, científico, dejando de lado las conductas dogmáticas, idealistas y prácticamente religiosas que las desnaturalizan y le quitan todo, aspecto revolucionario, presentándola como hechos acabados, no sujetos al análisis que pone de manifiesto los aciertos y errores, las enseñanzas positivas y negativas que de ellas emanan. Quienes así aún hoy actúan, esconden su incapacidad ideológica e intelectual, o aún peor, pretenden que se persistan en los errores y que el pueblo sufra nuevas derrotas.
Desde un punto de vista sano y correcto, se debe estudiar tanto las condiciones objetivas y subjetivas que han enmarcado a cada uno de los combates precedentes, para que con apego a la cientificidad revolucionaria saquemos las lecciones correctas que nos permitan avanzar tras la demanda histórica de Democracia Popular y Socialismo que reclaman la actual época para nuestro país.

Partiendo del entendido que las condiciones objetivas (opresión y explotación nacional y social) reclamantes del cambio revolucionario en un país como el nuestro, siempre han estado presentes, es que es del todo necesario profundizar sobre las políticas que estuvieron al mando en los combates anteriores.

Sin duda la calidad del factor subjetivo, es siempre de primera importancia, y de él depende fundamentalmente el triunfo o derrota. El fracaso de los combates anteriores no son consecuencia de ausencia o debilidad del factor objetivo, de fatalismo histórico, de traición de tal o cual, y menos aún de ausencia de espíritu de entrega y generoso de nuestro pueblo, por el contrario, este ha llenado miles de páginas que por su heroísmo nos conmueven hasta la médula, humedeciendo nuestros ojos.

La resistencia y rechazo al imperialismo y a la reacción en el pasado, particularmente en el período republicano, no ha contado con programas de verdadera alternativa revolucionaria de clases, de destrucción del poder burgués existente y de construcción del nuevo, del socialismo, más bien estos han estado basados en las reformas progresivas, en “ampliar la democracia” en pretender ir “tomando” paulatinamente el Estado Capitalista dependiente del imperialismo, buscando la “transformación” de este hasta ponerlo al “servicio” del pueblo y de los trabajadores. Consecuentemente con este incorrecto basamento ideológico programático de los dirigentes anteriores del Movimiento Popular, se desarrollaron formas de luchas que igualmente no ponían en la perspectiva, para no decir en la orden del día, la toma del poder, es decir, la revolución social. Un buen ejemplo en este aspecto lo tenemos en el camino parlamentario, igual “vía pacifica” elegido por la Unidad Popular, con toda la tragedia que esto significó para el Movimiento Obrero y Popular Chileno, esto es observable incluso en la propia resistencia antifascista la cual, aunque presentó combates abiertos y de masas, incluso armado, no dejaron de estar bajo la bandera de recuperar la democracia burguesa existente hasta el 11 de Septiembre de 1973.
En ella como dirección estuvo ausente la Liberación Nacional y Social, la revolución Democrática Popular y Socialista.

El factor subjetivo, la dirección política y sus ideas, es pues el elemento determinante del cual dependen las luchas obreras y populares. El derrumbe de la ex-URSS y de los países del Este Europeo, son la comprobación Universal a nuestra afirmación, lo que allí sucedió no fue el fracaso del Socialismo, menos aún de la ideología comunista, fue al revés consecuencia del abandono y traición de éstas. Hoy, esto queda claro incluso para los idealistas ultra ciegos, para los que no querían ver la realidad revisionista y anticomunista de las direcciones de aquellos Partidos y ex-Estados.

La reacción nacional e internacional ha enturbiado las aguas durante un corto periodo histórico, algunos autocalificados de izquierda y revolucionarios han abandonado las trincheras de la lucha y se han pasado abiertamente a la reacción, otros aún vacilan y oportunistamente tratan de servir a la reacción y al imperialismo usando un lenguaje “progresista”, socialdemócrata.

Las masas, aunque momentáneamente confundidas, buscan una salida a la crisis de superexplotación capitalista, los movimientos obreros y populares se suceden unos a otros. En general se puede afirmar que en Chile, al igual que en el resto del mundo, se perfila un nuevo auge de la lucha revolucionaria de los trabajadores y de los pueblos. Ella debe ser asumida con una ideología y política revolucionaria de clases superior a las anteriores, de manera que realmente permita alcanzar los objetivos planteados para el presente período y asegure la perspectiva socialista del proceso".

¡Feliz* 11 de Septiembre! (la palabra "feliz" puede ser reemplazada, invertida, torturada, enjuiciada, violada, amada... eeetc.)





Por Camilo López

11- Sept -2011, 38 años del renacimiento de Chile... coincide con la Muerte de un Chile democrático, con poder popular, con conciencia, con critica, este Chile actual es un Chile malparido, fundado a sangre y fuego, despojado de sus libertades a cambio de privilegios para unos pocos, este Chile lleno de caretas, de comprensión selectiva, de indiferencia, de intolerancia, de prejuicio, de conformismo, de ¡Inconsecuencias!. Como dice en una de sus rutinas Coco Legrand "... ¡¿Por que no tenemos alma de Guanaco?! y escupimos las verdades a la cara...", eso le hace falta a la clase política Chilena, desde el más Pseudo-comunista hasta el más momio, les hace falta alma de guanaco y aceptar cuales son sus reales intereses, por que hace mucho tiempo que los ideales fundacionales son parte tan solo del discurso pero de los hechos para nada... Chile un país de dos realidades uno es la exquisita y gigante hamburguesa que vemos en la imagen, y el otro el real el patético pero que igual se lo termina comiendo, quizás por que no hay otro o por que todos lo comen o por que es un deber civil alimentarse o por que ya nos acostumbramos a soñar despiertos con ese Chile hermoso y hacerlo nuestra realidad, pero es una realidad particular, en donde un sin fin de factores construyen tu hamburguesa o quizás en donde el precio determina el sin fin de factores de tu hamburguesa... "Chile: República inconsecuente" así se debería llamar este paisaje, en donde las Libertades son Privilegios y el Destino es un Merito...

jueves, 8 de septiembre de 2011

Cruz-Coke LA VERGUENZA!!!!!

El ministro inexplicablemente mejor evaluado del gobierno es oficialmente una vergüenza. Y es que aparte de autopremiarse con premios fondart, gastar millones en decoración, y acosar laboralmente a sus empleados solo por ser de izquierda incluyendo actos de matonaje , se supo de las razones por la que familiares de Galia Díaz, una de las victimas fatales del accidente aereo de Juan Fernandez, no lo quisieron recibir en su funeral.
Demostrando su poca vergüenza, Cruz-Coke hablaba muy campante en la prensa sobre la buena trabajadora que era Galia Diaz, destacando de ella “su gran capacidad profesional y entrega“
Pues bien, sin embargo no explicó el porqué la despidió mientras estaba embarazada no respetando el fuero maternal. Asunto que terminó en la contraloría y que obligó al Ministro a re-incorporarla, pero aún con esto y a modo de venganza personal jamás dejó de hostigarla, tanto así que la bajó de cargo trasladándola de la sede nacional del consejo de la cultura en Santiago a la sede regional de Valparaiso. De hecho, cuando regresó de su post natal no tenía ni siquiera escritorio.
Un último detalle, el viaje de Galia Diaz a Juan Fernandez era completamente ilegal, esto porque viajó a 674 kms de distancia del continente, incumpliendo lo señalado en el Artículo 206 del Código del Trabajo , aplicable a todas las funcionarias públicas que tienen hijos recién nacidos y de carácter irrenunciable.
Si este es el mejor ministro que tiene el gobierno como serán los otros… Todo gracias por supuesto, a la complicidad de la prensa oficialista.

(Fuente: Centro Cultural el Acero) 

domingo, 4 de septiembre de 2011

Declaración Pública Mesa de Izquierda

Las organizaciones abajo firmantes apoyamos resueltamente las amplias y combativas movilizaciones estudiantiles de los últimos meses. El movimiento popular que se desarrolla por sus reivindicaciones (tomas, marchas, paros, mítines, etc.) está colocando en el centro de la mira el rechazo al actual régimen político, sustentado por las representaciones políticas de la Alianza y la Concertación con sus apéndices de “izquierda”. Este desarrollo del agotamiento de las instituciones de naturaleza antidemocrática, sobrepasa tal o cual reivindicación específica o sectorial, colocando en el centro la necesidad de la representación soberana del pueblo por medio de una Asamblea Constituyente, la cual asuma como una de sus tareas redactar una nueva Constitución Política enfocada en la defensa de los intereses de la mayoría y la recuperación de las riquezas del país.
Las movilizaciones masivas, de una parte, colocan al descubierto el carácter reaccionario del gobierno de Piñera y de todas las instituciones de Estado como es el caso del Congreso, y de otra, muestra el esfuerzo de la Concertación y sus apéndices, ubicados en el Congreso y a la cabeza de organizaciones como el Colegio de Profesores, Central Unitaria de Trabajadores y algunas organizaciones estudiantiles, por conducir la movilización, intentando encauzarla hacia la política de diálogo con el gobierno.

Una franja importante de las masas movilizadas ha expresado claramente el rechazo a la Alianza y a la Concertación. El reforzamiento de este proceso de independencia política solamente es posible por medio de una línea práctica que ayude a fortalecer la movilización en torno de las reivindicaciones de cada sector social. No hay superación posible del actual estado de dominación, y explotación, sin el desarrollo político independiente del amplio movimiento social, lo que exige una política de ruptura con la Concertación.

En unidad, para reforzar el amplio descontento y movilización popular creando una auténtica salida a la dominación capitalista, declaramos nuestra firme voluntad de colocar todos nuestros esfuerzos al desarrollo de un camino propio, ligado a las aspiraciones democráticas y nacionales del pueblo de Chile.

¡Ni Alianza, Ni Concertación, Por una política independiente, para reforzar el camino propio que imponga solución a las demandas de la mayoría del pueblo!

¡Asamblea Constituyente, Nueva Constitución Política!


Partido Comunista Chileno (Acción Proletaria) PC (AP)

Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR

Movimiento al Socialismo MAS-Chile

Comité de Coordinación Cultura Comunista


4 de Septiembre día de la victoria popular: aprender de Allende sin ser “Allendista”





Hoy se cumplen 41 años desde el histórico 4 de septiembre de 1970.   Por primera vez Chile tenía un presidente que se declaraba marxista, que proponía el socialismo y que pretendía llevar al poder a la clase obrera.  El gobierno de Salvador Allende logró, sin duda, una ruptura con toda la historia precedente de Chile: la agitación, la agudización de la lucha de clases y la búsqueda de la independencia y la dignidad nacional son un referente, una lección a tomar en cuenta para todos los que en la actualidad, no obstante de esa derrota histórica, nos reclamamos como luchadores por un mundo mas justo, como luchadores por el socialismo.

            Allende fue un socialista honesto, un patriota, un hombre excepcional no solo para Chile, sino también para Latinoamérica y el Mundo, así como también para la historia del socialismo en general.  Allende y la UP, encarnaron un momento culmine de la trágica y heroica lucha del movimiento obrero chileno, que desde el siglo XIX venía enfrentándose a la cerrada oligarquía chilena y SU democracia.  Durante los tres años de gobierno, que se abrieron como una promesa desde el 4 de septiembre, miles de trabajadores, pobladores y estudiantes se movilizaron por todo Chile: nunca la democracia fue tan ancha… y nunca la lucha de clases mas abierta e intensa.

            El 4 de septiembre es un día para reflexionar porque es el día de la victoria.  Pero, no solo por eso, es un día para reflexionar precisamente porque la victoria duró poco, no fue definitiva, la primavera de los trabajadores y pueblos de Chile se acabó en tres años y no se llegó a consolidar el gran objetivo de la lucha histórica de los trabajadores: el socialismo.  Sabemos que el gobierno popular fue aplastado con violencia, por la acción sediciosa de la burguesía nacional e internacional, esta última encarnada en el imperialismo estadounidense que desde el primer momento declaró la guerra política y económica a la Unidad Popular.  Era mucho tolerar para ellos, que la valiente isla de Cuba fuera un bastión del socialismo, un triunfo en Chile no se podía permitir.
           
            ¿Las derrotas se explican solo por la acción del enemigo? Pues creo que no, por eso es importante reflexionar sobre las falencias del experimento chileno, sobre los límites de lo que a veces se llama Allendismo, y que es en realidad los límites ideológicos y concretos que tuvo la dirección mayoritaria del proceso revolucionario chileno. Esa es gran parte de la riqueza de la experiencia de la UP.

La UP se propuso avanzar hacia el socialismo respetando los límites que el Estado y la “democracia” chilena tenían en ese entonces.  Ese Estado y esa “democracia” tenían como hito fundacional la Constitución de 1925, una carta que al igual que la precedente, la de 1830, había sido redactada a espaldas de los trabajadores y pueblos de Chile, atendiendo principalmente a los intereses de las clases altas, de los terratenientes y la alta burguesía.  El espacio de acción que el respeto a esa constitución exigía era muy estrecho, no obstante que mediante el uso de subterfugios legales se avanzó mucho en la creación de un área social de la economía chilena.  Se pretendió que un instrumento creado para la dominación y supremacía de una clase sobre otra, sirviera para que la clase dominada creara su propio poder.  En este sentido creo que la lección no ha sido en vano, todas las fuerzas de izquierda en la actualidad reclaman como uno de los puntos centrales la necesidad de una Asamblea Constituyente para una Nueva Constitución, es necesario que este proceso sea protagonizado por las mayorías de Chile, y así crear un nuevo Estado, una nueva Democracia construida por la deliberación de todos los que habitamos este territorio.  El solo proceso de una asamblea constituyente con protagonismo popular asegura que el debate llegue a todos y que los trabajadores y pueblos de Chile se politicen, piensen y reflexionen sobre sus intereses.  El resultado sería la primera constitución democráticamente redactada, garantía de legitimidad.  Además, por las características del Estado chileno actual, el solo proceso de una Asamblea Constituyente con Protagonismo Popular es una revolución, un enfrentamiento entre los intereses de los poderosos acomodados en el sistema de Pinochet y los aplastados por ese sistema, victimas de la precariedad y el endeudamiento.  La consigna de la Asamblea Constituyente es acertada, porque es confrontacional, porque es legítima y porque actuar dentro de los límites de la institucionalidad actual sería ir nuevamente con un punto en contra de la victoria y un punto a favor de la derrota.

El respeto a la institucionalidad existente, a la constitución de 1925, se hizo en el marco de la teoría de la “vía pacífica al socialismo”.  La idea de que se podía llegar al socialismo sin insurrección, no fue una cosa inventada en Chile, sino una teoría planteada desde la URSS que tras la muerte de José Stalin había abandonado la lucha revolucionaria y había promovido que los partidos comunistas se abocaran principalmente a la lucha parlamentaria.  El problema de esta teoría, promovida principalmente por el PC dentro de la UP, es que se plantea a contrapelo de toda la experiencia histórica de las revoluciones por el socialismo.  Los grandes teóricos, como Marx o Lenin, atendiendo a esta realidad siempre afirmaron la inevitabilidad del enfrentamiento armado para dar solución al problema del poder.  De ahí que fuera necesario educar a las masas sobre el verdadero carácter de la dominación del capitalismo y la necesidad de la legítima violencia de las mayorías para acabar con esta.  Ante la pregunta ¿La clase patronal se expropiará pacíficamente? La experiencia histórica y el sentido común nos dicen que no.  Por esto, una lección a tomar en cuenta, es que todo proceso que tenga un objetivo tan grande como el socialismo, deberá al menos tener una política militar como prioridad, la vía pacífica a lo mas nos puede llevar a una más amplia democracia, pero de ahí a avanzar hacia el fin del capitalismo… no podemos enfrentar nuestros votos contra las armas del fascismo, que saldrán siempre a defender la propiedad de los poderosos y sus privilegios.    El PC, afirmaba erróneamente que las FFAA defenderían la revolución… se negaba que las FFAA existentes tenían (tienen) un marcado carácter de clase, son educadas en la idea del enemigo interno y que sus altos mandos son la última instancia de salvación para los poderosos.  Los avances que se lograron en este sentido recaen en los nombres de militares honorables como Schneider y Prats.
La efervescencia y organización de las masas se materializó en la formación de instancias de poder propias como los cordones industriales y los comandos comunales, que se planteaban de forma abierta la conquista del poder.  Sin embargo, la idea de la vía pacífica llevada hasta la última instancia llevó a errores como el apoyo unánime de la UP a la “Ley de control de armas” que permitió a las FFAA entrar a las industrias y a los lugares de organización de los obreros a amedrentarlos y requisarle todo armamento.  Esto fue muy útil para los fascistas que preparaban el golpe, ya que midieron el poder de respuesta de los obreros al mismo tiempo que los desarmaban.

La idea de la vía pacífica es hermosa, sería el ideal que el mundo funcionara así… pero desarmarse ideológica y materialmente es suicidarse, ya vemos como terminó todo.  Para defender sus privilegios y sus sistema, la clase patronal no cree ni promueve vía pacífica alguna, sino que está dispuesta a usar a los militares, a crear campos de concentración y a asesinar a miles de luchadores sociales si es necesario.  No podemos volver a ser ingenuos e ignorar las leyes que la historia nos muestra, Allende era un demócrata a ultranza y pensó, erróneamente, que las fuerzas políticas de la patronal también lo eran…  hoy sabemos que no fueron demócratas, que no lo son ni lo serán, la democracia se les acaba cuando choca con sus intereses.  

La victoria del 4 de septiembre de 1970 nos demuestra que la lucha electoral es viable para avanzar en la construcción de una mejor democracia, pero siempre dentro de los límites del capitalismo. El socialismo si es eso lo que se busca, es una tarea más trágica, se debe estar dispuesto a morir o matar.  La tragedia se da porque lo viejo nunca quiere morir y no deja nacer lo nuevo, los partos son dolorosos y no conozco “anestesia” social a la violencia que se avecina sobre el pueblo cuando se amenazan los intereses de las minorías dominantes y que están dispuestas a todo.

Debemos seguir la vía recta de Allende, su respeto al ser humano, pero debemos saber también a qué nos enfrentaríamos si tenemos un objetivo tan ambicioso como acabar con el capitalismo.  Hay que promover la paz pero no dejarnos aplastar nuevamente, debemos ser demócratas pero debemos crear las condiciones para defendernos de quienes no lo son ni lo serán.  Allende fue un luchador ejemplar, un consecuente, un valiente, un patriota y una figura señera de nuestra historia, admiremos la historia que nos dejó, aprendamos de ella, no repitamos, no imitemos: aprendamos.  Siempre a medir si los medios que proponemos son suficientes para nuestros objetivos, si realmente queremos esos objetivos.

Ahora que el movimiento obrero, ciudadano y estudiantil se reconstruye y fortalece tras la larga dictadura y la perpetuación de su sistema en las últimas dos décadas de “democracia” limitada, es más importante que nunca analizar la historia, reflexionar, criticar, comentar y socializar ideas.