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viernes, 2 de julio de 2010

EL DISCURSO QUE MATÓ A KENNEDY


El asesinato del presidente Kennedy puede considerarse, sin temor a exagerar, un golpe de Estado. La camarilla que realmente controla el poder en Estados Unidos, es decir el poder económico financiero que maneja la millonaria industria militar, que ha mantenido al ejército norteamericano en actividad constante por décadas, no podía permitir que un presidente honesto y que quería promover la paz verdaderamente, siguiera exponiéndolos. Especialmente tras este discurso que presento a continuación; con él, J.F.K. firma su sentencia de muerte ante los oscuros personajes que controlan tras las sombras a la mayor potencia del mundo.
En este discurso el presidente Kennedy deja en evidencia que el país ha sido controlado por conspiradores encubiertos, basados en la ocultación de la información para la protección de sus intereses. Propone que su gobierno se basará en la transparencia... palabra peligrosa para quienes pretenden gobernar tras las sombras.

Tras este discurso el presidente es asesinado en un incidente muy sospechoso que involucra al chofer del auto y todo un montaje armado por los verdaderos detentadores del poder, un verdadero golpe de Estado (que me propongo analizar con mayor profundidad en otra ocasión).

Kennedy fué el último presidente real de los Estados Unidos, tras él, desde Nixon a Obama, sólo a desfilado un grupo de presidentes-títere que deben obedecer, sean republicanos a demócratas, a quienes realmente mueven los hilos: los poderosos grupos financieros de Wall Street que han manejado al ejército y al gobierno a su beneficio invadiendo e interviniendo al mundo, un mundo que están logrando modelar a su antojo y conveniencia... por ahora.


EL DISCURSO QUE MATÓ A KENNEDY

“El poderoso despacho del Presidente ha sido utilizado para fomentar una conspiración para destruir la libertad de los estadounidenses, y antes de que abandone la presidencia debo informar a los ciudadanos sobre su destino

"La misma palabra ‘secreto’ es repugnante en una sociedad libre y abierta, y nosotros somos, como personas, intrínsicamente o históricamente opuestos a las sociedades secretas a los juramentos secretos y a los procedimientos secretos.

“Decidimos hace tiempo que los peligros de la ocultación excesiva e injustificable de hechos pertinentes, sobrepasan por lejos los peligros que se citan para justificar la ocultación.

“Incluso hoy, existe poco valor para oponerse a la amenaza de una sociedad cerrada al imitar sus restricciones arbitrarias.

“Incluso hoy, existe poco valor para segurar la supervivencia de nuestra nación, si nuestras tradiciones no sobreviven con ella, y existe el gran y grave peligro de que una proclamada necesidad de aumentar la seguridad, sea arrebatada y utilizada por aquellos ansiosos e impacientes por expandir sus intenciones a los mismos límites de la censura y ocultación oficiales.
“A lo que yo me propongo impedir, hasta el punto que esté en mi control. Y ningún funcionario de mi administración, ya sea de rango elevado o bajo, civil o militar, debe interpretar mis palabras aquí esta noche, como una excusa para censurar las noticias, para sofocar el disentimiento, para encubrir nuestros errores, o para retener de la prensa y del público, los hechos que ellos merecen saber.
“Tenemos la oposición alrededor del mundo de una conspiración monolítica y despiadada, que confía sobre todo en los medios secretos para extender su esfera de influencia, a través de la infiltración, en lugar de la invasión, a través de la subversión, en lugar de elecciones, con intimidación, en vez de opción libre, con guerrillas por la noche, en lugar de ejércitos de día.

“Es un sistema que ha reclutado extensos recursos humanos y materiales en la construcción de un tejido hermético, una máquina altamente eficiente, que combina operaciones militares, diplomáticas, de inteligencia, económicas, científicas y políticas.

“Sus preparativos son encubiertos, no publicados. Sus errores se entierran, no se anuncian con titulares. Sus disidentes son silenciados, no elogiados. Ningún gasto se cuestiona, ningún rumor se imprime, ningún secreto es revelado.”

(“El presidente y la prensa”, discurso de Kennedy ante la “American Newspapers Publishers Association”. Nueva York, 27 de abril de 1961)


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