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sábado, 22 de mayo de 2010

21 DE MAYO: MANIFESTACIONES, DEMANDAS Y VIOLENCIA



Ayer 21 de mayo, como ya es tradición se vivieron manifestaciones políticas en dos escenarios paralelos y opuestos: por un lado en el Congreso el presidente hablaba de las maravillas que ha hecho por el país y las que hará. Por otro lado en la Plaza Salvador Allende se llevaba a cabo la manifestación habitual en la que participaron representantes del Colegio de Profesores, la ANEF, el Partido Comunista y las JJCC, grupos anarquistas, trotskistas, trabajadores de la construcción y de las minas, pobladores con problemas habitacionales y estudiantes universitarios de Valparaíso, Santiago y Concepción. Aunque hubo gran variedad de convocados la manifestación no fue todo lo numerosa que uno, como participante de estos eventos, esperaría.

Los motores de esta manifestación eran muchos, las demandas de los distintos sectores convocados y participantes eran de lo más legítimas. Los profesores apuntaban a los dudosos proyectos educativos de Lavín, la ANEF expresó su indignación ante los despidos injustificados de cientos de empleados fiscales, los trabajadores se quejaron de las malas condiciones laborales, las continuas alzas y se tocó el importante tema de lo ocurrido con los trabajadores de Coyahuasi, a los estudiantes se les escuchó hablar de educación gratuita, participación en los movimientos sociales y mejoras en el acceso y calidad de educación. Habían además grupos que llevaban pancartas alusivas a la necesidad de una Asamblea Constituyente y la exigencia de que se diera respuesta a quienes sufren la desgracia de tener una vivienda precaria.

Todas estas demandas justifican la manifestación. En algunos medios de comunicación se expresó que no había claridad en la demanda de los presentes, lo cual es evidentemente falso. Ahora, me pregunto ¿la manifestación sirvió para llevar estos importantes temas a la gran masa de la opinión pública o siquiera a los políticos? creo que no. Todo lo contrario, lo único que ha trasendido de la manifestación es que hubo piedrazos, encapuchados, actuación de carabineros, carros lanzagua, desmanes y, en definitiva, violencia.

¿Para qué nos manifestamos? ¿Para lanzar piedras? ¿Para generar cambios? creo que todos quienes participan en las maniestaciones estarán de acuerdo con que la idea es generar cambios, que se expresen en una respuesta a las demandas de los manifestantes. El problema es que las manifestaciones casi no tienen ninguna incidencia en la sociedad, pasan a convertirse sólo en otro acto de violencia perpetrado por una minoría, todo lo valorable de las demandas queda perdido. Yo creo que las manifestaciones son importantes, pero es necesario que se hagan con estrategia e inteligencia, no podemos pretender hacer grande al movimiento social chileno si se sigue con la misma estrategia de juntarse, provocar a los carabineros y sentirse un revolucionario lanzando piedras... lo único que se logra con esto es que la gente se sienta ajena a los movimientos sociales, se estigmatice a todos los manifestantes como inadaptados delicuentes violentos, o inmaduros jóvenes antisistémicos que descargan su frustración en la violencia callejera.

Claro que no todos tiran piedras, muchos pretendimos, ilusamente, que era posible y legítimo intentar marchar hasta el Congreso. El problema es que nuestros movimientos no están, en realidad, apoyados por la gran masa porque no se ha usado una estrategia correcta ni se ha usado discplina en pos de lograr un objetivo básico para quienes creemos en las manifestaciones callejeras como un motor de cambio: este objetivo primario es lograr que las manifestaciones sean masivas, que convoquen a las personas y sean multitudinarias y no sólo estén los mismos de siempre, sino que realmente se haga presente ese conjunto de gente al que llamamos pueblo. ¿Cómo se puede lograr esto? instalando nuestras demandas en la sociedad, y la forma de que estas se socialicen es a través de la paz y una estrategia inteligente.

Una estrategia inteligente sería que antes de las manifestaciones se informara a las personas de las demandas, se convocara a la telivisión y medios de prensa y se hablara de qué es lo que exigen las organizaciones, de cual es el sentido de salir a la calle. Luego de eso la manifestación no debe tener actos de violencia irracionales, pues cuando esto pasa sólo es eso lo que van a recoger los medios de comunicación. La manifestaciones no pueden pretender ser sólo representantes de las demandas que convienen a la mayoría, sino que hay que acercar a la mayoría para que se haga participes de la demanda y de la manifestación.

Al final, cerca de 600 personas que nos juntamos en la manifestación no tenemos la legitimidad suficiente como para usar la violencia, y cuando se usa los únicos perjudicados son los movimientos sociales. No se puede pretender ser una minoría conciente y organizada que se expresa violentamente, sino sólo el grupo primario de un movimiento que necesita masificarse y crecer. No soy Ghandi, y creo que hay instancias en que no queda otro camino que la violencia, pero esta siempre se tiene que ejercer con una buena idea en la cabeza y respondiendo a una estrategia. Cuando los manifestantes no sean 600, ni 1000 ni 1500, sino una masa inmensa de gente creo que será factible intentar avanzar al Congreso y, si es necesario, como seguro lo sería, el uso de la violencia estaría justificado y sería un deber.

Como nos han enseñado los grandes revolucionarios, es necesario saber leer el contexto social e histórico en que se actúa. Nuestro contexto está caracterizado por una hegemonía comunicacional aplastante de las fuerzas de derecha y mantendores del Status Quo y, por otro lado, hay una tendencia de la población a reprobar toda forma de violencia y destrosos en las manifestaciones. Si mezclamos estos dos elementos tenemos que la violencia en las manifestaciones no va a tener efecto positivo alguno en la reactivación del movimiento social chileno, y es una necesidad hacer llegar las demandas y críticas a una masa más amplia de población, debemos hacernos fuertes y no debilitarnos más.

Como participantes de estas manifestaciones debemos unidos buscar estrategias inteligentes y no dejarnos llevar sólo por la impulsividad, que es lo que pasa. Yo se que a todos nos indigna esta sociedad y este sistema, pero la lucha siempre debe ser masiva y conciente, sino seremos sólo una minoría estigmatizada. Ahora la tarea es de quienes vamos a las manifestaciones y de las organizaciones, es necesaria la unidad en torno a objetivos comunes y generar un control dentro de las manifestaciones para hacer posible que llegue el día en que la gente entienda la justicia de las demandas y quiera apoyarlas saliendo a la calle.

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